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¿Acaso estamos perdiendo el juicio?

Por Ángel Verdugo

La Alemania hitleriana, la Italia de Mussolini, la URSS de Lenin y Stalin, la China de Mao Tse-Tung, el Japón de Hiroito, la Albania de Enver Hoxha, la Rumania de Ceausescu, la Alemania de Honecker, la Corea de Kim Il-sung y su hijo y su nieto, la Camboya de Pol Pot, la Argentina de Perón y Evita, la Cuba de los Castro, la Venezuela de Chávez y Maduro y la Nicaragua de Ortega entre otros países, dieron y dan muestra —a lo largo del siglo XX y en lo que llevamos del XXI—, de los excesos a que puede llegar la locura colectiva y la estupidización masiva de la población.

Esto último se logra mediante un sistema articulado y altamente eficiente de manipulación política e ideológica, y un culto a la personalidad que rayaba y raya en la insania.

Hoy, por encima de los avances que en materia democrática se han registrado en el mundo, persiste en no pocos países la propensión de ciertos gobernantes a perpetuarse en el poder. Para ello, utiliza primero los medios que la democracia ha hecho posibles y luego, ya controlados los hilos del poder, viola de manera flagrante la ley para reelegirse una y otra vez.

A esos gobernantes no les importa dilapidar decenas de miles de millones de dólares en su intento por perpetuarse al frente del gobierno, más cuando sus países tienen recursos naturales que posibilitan tal despilfarro. Sin embargo, todo se desgasta y la realidad se hace presente; sea mediante el viejo recurso del golpe de Estado o la insurrección masiva de la población y en algunas ocasiones, mediante un proceso electoral el que soñó gobernar por siempre es echado del poder.

El proceso que lleva a que decenas de millones de habitantes de un país se conformen con un gobernante que pretende perpetuarse en el poder, es complejo y las más de las veces, pasa inadvertido. Como la humedad, va penetrando en la mente del gobernado hasta llegar a un punto en el cual, ese ciudadano que era extremadamente crítico de gobernantes anteriores cae en la idolatría, y en la aceptación ciega y acrítica del que de manera perversa juega con su voluntad e ideas.

Si bien en México hemos tenido —después de los años en el poder de Porfirio Díaz— algunos intentos fallidos de reelección —Álvaro Obregón, Miguel Alemán y Carlos Salinas—, estos no han prosperado por razones de índole diversa. Sin embargo, cada nuevo gobernante —con sus excepciones— intenta reelegirse; la adoración abyecta de los que lo rodean lo lleva a estar convencido de que él debe continuar al frente de los destinos nacionales; que seis años son pocos y su obra debe ser concretada. Por lo tanto, debe quedarse a gobernar el tiempo que fuere necesario.

Esta vez parece no ser la excepción y aun cuando los mensajes son un tanto rebuscados y hechos de manera un tanto chapucera (no pienso reelegirme; no me voy a reelegir y frases por el estilo), hay elementos en la visión exhibida por el actual gobernante que no dejan lugar para la duda. Sus intentos, abiertos y ofensivos por controlar los otros dos Poderes de la Unión y acabar con los organismos autónomos van, lo aceptemos o no, encaminados en esa dirección y con ese objetivo en mente: Reelegirse.

¿Tendría éxito López, donde aquellos fracasaron? En una democracia como la nuestra —imperfecta y con grandes limitaciones todavía—, el binomio integrado por un gobernante autoritario y ambicioso en extremo y un electorado acrítico y renuente a involucrarse en lo público, serían la base de la cual partirían el ambicioso y los suyos para coronar lo que hoy apenas es atisbo.

Ese elector, presto a extender la mano para recibir dádivas diversas del gobierno, es terreno fértil para quien ambiciona lo que aquellos no pudieron concretar. ¿Estaremos tan mal que, sin advertirlo, perderemos poco a poco el juicio y toda capacidad analítica? ¿Sería factible aquí y ahora, que un proceso sistemático y permanente de estupidización de decenas de millones, tuviere éxito y López lograre reelegirse?

De dudarlo, ¿por qué no revisar la historia de Chávez, Maduro, Morales, Correa y Ortega para no ir más atrás? De hacerlo, compárela con lo que estamos viviendo hoy aquí. Información Excelsior.com.mx

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