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Ante lo que vemos hoy, aquí y allá, ¿qué esperar?

Por Ángel Verdugo

En las condiciones creadas por la globalidad y la popularización de las economías abiertas, muchas cosas impensables ayer, hoy son algo común. Una tiene que ver con la idea que gobernantes, funcionarios, agentes económicos privados y consumidores en general se forman de la economía.

Ayer, bastaba con ver las cosas que se registraban en la economía para formarse una idea de lo que pasaba, pero no lo que podría pasar; no intentábamos siquiera voltear al exterior para complementar la muy limitada visión que una economía cerrada —como era la nuestra— nos proporcionaba.

De esta manera, los efectos negativos del modelo cerrado que padecimos durante decenios eran reflejados en nuestra forma de pensar; el mundo que visualizábamos
—salvo una minoría que viajaba al exterior— lo pensábamos similar al nuestro.

En los tiempos que corren, no únicamente en México, sino también en casi todos los países, aquello ha cambiado; cada vez son más numerosos los grupos sociales que ven las cosas con un ojo puesto en el exterior y en las condiciones económicas que ahí privan. Lo que ayer era relegado o ignorado, hoy se busca conocerlo e incluso, se busca ir más allá: Imaginar el futuro.

Si bien México se incorporó desde finales de los años 80 del siglo pasado a la globalidad y ha ido desde entonces profundizando dicha incorporación, hay grupos que todavía se resisten, primero, a entender y aceptar que abrir la economía fue una decisión obligada por la debacle del viejo modelo de crecimiento, y segundo, piensan que fue un error hacerlo.

Se niegan, incluso, a ver lo evidente, como consecuencia de una mentalidad obtusa y una ideologización extrema que raya en la insania, frente a la realidad creada por la apertura y la globalidad. Es más, por encima de las deficiencias y limitaciones que nadie pretende siquiera negar, es claro para un observador objetivo que son más los frutos positivos que los negativos.

Esta conducta y actitud hacia lo que es un hecho consumado, por desgracia para los pueblos hermanos de varios países de América Latina, no es privativa de México. Los daños causados por esa idea del desarrollo y de la economía y su crecimiento nos han hecho pagar un altísimo precio.

Ante lo afirmado en los dos párrafos anteriores, ¿qué esperar para el futuro de nuestros países y sus habitantes? ¿Acaso podemos negar el efecto negativo que tiene en nuestras economías, la simple pretensión de que es posible, en las condiciones actuales, aislarnos del mundo, tal y como hicimos durante decenios? ¿Qué actitud adoptar ante quienes, aduciendo una defensa trasnochada de la soberanía, pretenden regresar la rueda de la historia?

¿Cómo es posible que hoy, quienes presumen preparación pretendan vender como algo positivo una autarquía que, al margen de lo que uno podría pensar de esa forma de conducir la economía, es imposible de concretar?

Ante lo que vemos afuera, y también en algunas actividades económicas en México, ¿qué esperar para el futuro? ¿El cierre de la economía para que esté en sintonía con la mentalidad atrasada de no pocos oportunistas, que lo único que buscan es obtener más privilegios al asustarnos con el petate del muerto?

Pienso que antes de cualquier otra cosa, lo mejor sería desenmascarar esas baratijas del aislamiento y exhibir las falsedades de quienes, incapaces de competir, se escudan en falsos nacionalismos que ni siquiera disfrazan su ignorancia

¿Quiénes son? ¿Acaso no lo sabe? ¿Cómo? Si aparecen todos los días. Información Excelsior.com.mx

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