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In this Oct. 31, 2017 photo, a young man arranges skeletons on a Day of the Dead altar at a tent encampment at Multifamiliar Tlalpan, where nine people died when a building collapsed in the Sept. earthquake, in Mexico City. People in Mexico are marking this year's holiday by remembering the people killed in the Sept. 19 earthquake. (AP Photo/Rebecca Blackwell)

Cómo surgió la tradición del altar de ofrendas en el Día de Muertos

Así como otros aspectos de la vida cultural mexicana, el Día de Muertos, tal como hoy se celebra, es la herencia mestiza de dos mundos, el hispánico y el indígena. La muerte carga con un peso importante, tanto en la tradición católica como en las culturas prehispánicas, y esto se ve reflejado en un culto sincrético en el cual convergen elementos europeos y americanos.

El altar de ofrendas es una de las piezas que mejor caracteriza a la idiosincrasia mexicana en estos días de culto a la muerte. Símbolo de la solemnidad y la celebración, el altar se ajusta a la creencia milenaria que nos indica que hay otro mundo después de la vida, donde nuestros seres queridos no han perdido su identidad y nos siguen vigilando desde un misterioso más allá.

Ya que no podemos comunicarnos con los muertos, así como lo hacemos entre los vivos, la humanidad debe recurrir a otros recursos para entablar un diálogo con los espíritus. El pan de muerto, las flores de cempasúchil, el papel picado y las velas son algunos de los instrumentos que usamos los mexicanos para volver a establecer un contacto con los difuntos.

¿Pero cómo tiene su origen esta fascinante tradición?

Para analizar esta cuestión, habría que remontarse a la época precolombina, hace cientos, quizás miles de años, mucho antes de la llegada de los españoles a Mesoamérica. Varias de estas culturas compartían la idea de que el destino del alma, tras el fallecimiento del cuerpo, tenía múltiples rumbos, y no se regía por un compás moral, como en la visión católica.

Una de las cosmovisiones que han sobrevivido a la era moderna es la nahua, cuya mitología nos introduce al concepto del Mictlán y sus nueve regiones. Cuando una persona fallecía, su cuerpo era devorado por Tlaltecuhtli, dios o diosa de la tierra, para luego ser parido en la forma de un alma. Ya en esta capacidad, el muerto es apto para hacer el viaje de cuatro días y encontrarse con Mictlantecuhtli en el reino de los muertos.

En los altares modernos que siguen la tradición nahua, es común trazar un camino con flores de cempasúchil, símbolo solar, para iluminar el trayecto que debe seguir el alma para que no se pierda en su camino al Mictlán, el más popular de los tres destinos después de la muerte. Ya en este lugar, el alma debía permanecer por cuatro años en una de las nueve regiones del Mictlán, y una vez superada esta prueba, el alma podía descansar en paz en el noveno inframundo, la obsidiana de los muertos.

Los antiguos mexicas no hacían altares, tal como se conocen en la actualidad, pero sí le dedicaban a ofrendas a los difuntos, sobre todo a los altos funcionarios y a los soberanos, quienes eran enterrados con joyas y máscaras funerarias; en la boca se depositaba una piedra de chalchihuite que reemplazaba al corazón verdadero. Los muertos comunes simplemente eran incinerados, envueltos con telas en posición fetal. A lo mucho se les ponía una máscara.

Tras la conquista de los españoles, la evangelización introdujo los conceptos de penitencia, el terror al infierno y la promesa de un paraíso eterno. Sin embargo, la Iglesia Católica no pudo erradicar del todo las creencias de las culturas indígenas y éstas terminaron por mezclarse con los dogmas cristianos.

De esta forma, el catolicismo importó sus fiestas a la Nueva España, incluyendo el Día de Todos los Santos y la Conmemoración a los Fieles Difuntos, mientras que los “temibles rituales paganos” de los indígenas, así como su cosmovisión de la muerte, terminaron por incorporarse a estas fiestas.

En un país tan diverso culturalmente como México, el sincretismo de creencias y tradiciones desembocó en que cada región del país tuviera su manera particular de construir un altar de muertos, con sus respectivas ofrendas y detalles. Información Noticieros Televisa

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