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¿Cuál será el límite de lo que vemos, y padecemos?

Por Ángel Verdugo

Para nadie es un secreto en los tiempos que corren, la incapacidad de este gobierno, no únicamente para entender las consecuencias de lo que están generando sino para actuar ante las fuerzas que desatan y corregir el rumbo. La ingenuidad y el voluntarismo que a tantos sedujeron desde los días de la precampaña y la campaña —no se diga durante los días posteriores al 1 de julio del año 2018—, empiezan a cobrar elevadas facturas.

La impunidad que desde hace años han otorgado —abiertamente o no— los tres órdenes de los gobiernos anteriores, conducta y posición que el actual ha ratificado llevándola a niveles todavía más peligrosos (si esto fuere posible), ha fortalecido y envalentonado aún más a diferentes grupos de delincuentes que han actuado fuera de la ley, desde hace años. Durante ese tiempo han contado con la complicidad cobarde de los gobiernos anteriores la cual, hoy ha llegado a un nivel que alcanza ya el de amenaza real a la estabilidad política.

¿Qué diferencia habría entre la pusilanimidad de Mancera, y la perversidad actual la cual, sin maquillaje alguno pretende escudarse en el supuesto derecho de delincuentes a manifestarse cuando lo único que hacen es violar la ley, junto con el eufemismo propio de gobiernos que evaden su responsabilidad de hacer respetar la ley por todos?

El eufemismo al que recurren —el actual y los anteriores gobiernos y gobernantes—, no es otro que repetir que ellos no son represores y por lo tanto, dejan hacer y dejan pasar a grupos de delincuentes que van desde la CNTE y grupos afines para llegar en el extremo, a no tocar a quienes se dedican al narcotráfico y otros delitos.

Lo que vemos hoy se ha gestado desde hace años —como resultado de negarse a hacer respetar la ley por todos sin distingo alguno—; el resultado es una verdadera amenaza a la estabilidad política y ha producido, ya, la pérdida de confianza de los inversionistas. La displicencia y complicidad disfrazada como si se tratare del respeto a lo que la cobardía hecha gobierno llama derechos, produce violaciones flagrantes de las leyes para llegar hoy a un punto tal, que de no modificar este gobierno su conducta frente al nulo respeto de la legalidad señalado, corre el riesgo de desatar una escalada de violencia cuyos alcances, parece imposibilitado de verlo.

A lo anterior debe añadirse, para complicar el panorama que vemos y padecemos, los nulos resultados de algunas de las propuestas clave de la oferta lopista; una, la exageradamente publicitada lucha contra la corrupción es hoy letra muerta. También, el cuento chino repetido durante la campaña —cual cansada letanía—, de los 500 mil millones de pesos junto con la mentira de que la corrupción es delito grave que ameritaría prisión preventiva oficiosa, fueron y son una mentira piadosa para obtener el voto de los ingenuos ayer, y hoy su babeante apoyo.

Las promesas imposibles que López hizo en la campaña por ignorancia o perversidad, poco a poco han sido exhibidas; hoy, para nadie es un secreto que fueron mentiras y promesas imposibles de cumplir para lograr votos. La realidad ha puesto a cada quien en su lugar; quien todavía a estas alturas piense que es posible recuperar ese medio billón de pesos y acepte acríticamente que la corrupción es delito grave, evidencia una fe ciega en palabrería hueca, sin sentido y soporte alguno.

Más allá de la cruda realidad de una campaña de mentiras para captar el voto de los ingenuos, enfrentamos la impunidad para los delincuentes otorgada desde los gobiernos morenistas; asimismo, ante el ejemplo de lo que hace y dice López, los suyos replican la complicidad que favorece a la CNTE y similares, la cual se traduce en regresarles los privilegios que no pocos pensaron era imposible.

¿Imagina el daño causado por López y quienes lo acompañan en la gobernación, como resultado de decisiones que socavan el Estado de derecho y fortalecen a delincuentes? ¿Tiene usted idea del precio a pagar y lo que tardaremos en recuperar la sensatez y la capacidad para gobernar, que hoy no aparecen por lado alguno? ¿A quién responsabilizar de esta tragedia? ¿Únicamente a López, o deberíamos incluir a los más de 30 millones de babeantes electores que le dieron su voto?

Ahora, al margen de sus preferencias, ¿quién piensa usted que daña más a un país y su economía, los corruptos, o los que se niegan a hacer respetar la ley?Información Excelsior.com.mx

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