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Derrotar al derrotismo

Por Pascal Beltrán del Rio

Algunos dirán que sólo es futbol y que no hay que echar las campanas al vuelo.

Otros dirían que apenas fue el primer partido del Mundial y que sería un error celebrar antes de tiempo.

A los primeros y a los segundos les concedo razón, pero sólo en parte, pues lo hecho ayer por la Selección Mexicana en Moscú no merece pasar a la historia como simple asterisco.

Por azares del sorteo del Mundial de Rusia 2018, a México le tocó participar en un grupo cuya cabeza es Alemania, una selección que no sólo fue campeona hace cuatro años, sino que además barrió con sus rivales en las eliminatorias, que comenzaron en septiembre de 2016 y terminaron en octubre pasado.

En esos partidos de calificación en la zona europea, contra Noruega, Azerbaiyán, República Checa, San Marino e Irlanda del Norte, Alemania ganó todos sus partidos y anotó 43 goles por sólo cuatro recibidos.

Por si fuera poco, hace un año se llevó la Copa Confederaciones, dejando en el campo a México, al que derrotó 4-1 en la semifinal.

En toda la historia de los Mundiales, Alemania sólo había perdido 20 partidos, por más de cien ganados.

Ése es el equipo al que derrotó la Selección Mexicana ayer en el estadio Luzhnikí, en Moscú, el mismo estadio olímpico al que el marchista mexicano Daniel Bautista no pudo entrar victorioso, aquel infausto 25 de julio de 1980, por una extraña eliminación dos kilómetros antes de la meta.

Dos veces le había tocado a México enfrentarse a la escuadra ganadora del Mundial previo: Contra Brasil, en Chile 1962, y contra la propia Alemania, en Argentina 1978, y las dos veces salió derrotado. La primera, por un decoroso 2-0, y la segunda, por un humillante 6-0.

Después de ese partido para el olvido, México jugó dos veces más contra Alemania en sendas ediciones de la Copa del Mundo. En 1986, empató a cero con los alemanes en cuartos de final, pero fue eliminado en ronda de penales; doce años después, en Francia, perdió 2-1 en octavos.

Además de ello, en los cinco Mundiales celebrados en Europa en los que México había participado antes de llegar a Rusia, nunca había podido vencer a una selección de ese continente.

En diez partidos disputados en esas condiciones, tenía cuatro empates y seis derrotas.

Así que la victoria de ayer ante Alemania es histórica en muchos sentidos. Pero creo que el mayor logro de la oncena dirigida por Juan Carlos Osorio es haber derrotado al derrotismo.

Antes del partido, la expectativa más frecuente con la que se topaba uno es que se repetiría la derrota por goliza de hace cuarenta años. Los que no pensaban eso, auguraban una derrota por poco margen. La verdad, era raro toparse con quien estaba dispuesto a apostar que el Tri empataría o incluso ganaría al trabuco de Joachim Löw.

Debo decir que uno de los pocos que me dijo que México tenía muchas posibilidades de ganar fue el embajador alemán en México, Viktor Elbling, gran conocedor del futbol. Pensé que me lo decía por diplomacia, pero hoy queda claro que lo decía en serio.

Es enorme lo logrado por México. Éste no es uno de aquellos triunfos que se basan más en el esfuerzo individual que en la organización institucional. Aquí hay un trabajo de grupo. Y hay que felicitar por ello, especialmente al técnico nacional, Juan Carlos Osorio.

Si algún hombre ha tenido que cargar con el castrante derrotismo mexicano es él. Antes de hoy, nada de lo que hacía el técnico merecía encomio alguno. Sobre él cayó el ácido de casi todos los especialistas y la amargura de millones que creen saber más de futbol que cualquier entrenador.

Por su estilo de juego, sus frecuentes rotaciones en la alineación y su condición de extranjero, Osorio ha sido objeto de una crítica implacable, sobre todo a raíz de la derrota de México ante Chile por un apabullante 7-0 en la Copa América de 2016.

Pero Osorio aguantó, lo mismo que sus jefes y sus jugadores, que no perdieron la confianza en él. Algunas canas después, el técnico colombiano tiene al Tri con un pie en la siguiente ronda de Rusia 2018.

Sin que nadie pueda aún asegurar que esta participación mundialista del Trisuperará las anteriores, el derrotismo tendrá menos razones para encadenar el espíritu de la afición mexicana rumbo a los siguientes partidos.

Ojalá fuera así en todo lo demás que nos propongamos como país. Información Excelsior.com.mx

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