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Monreal-Martí, el futuro en juego

Por Jorge Fernández Menéndez

Va más allá de lo personal. El enfrentamiento entre Ricardo Monreal y Martí Batres es añejo y tuvo su pico más alto (hasta la explosión de Batres de este lunes) en la lucha por la candidatura a la Ciudad de México entre Claudia Sheinbaum y Monreal. Martí apostó por Claudia y ya entonces descalificó de la forma más cruda al ahora líder de la bancada de Morena en el Senado, pensando, quizá, que éste abandonaría el partido cuando no fue favorecido en el proceso interno.

Pero creo que Martí, como otros en Morena, no entiende el verdadero carácter de Monreal: es un político no sólo hábil, sino también persistente, que trabaja sobre escenarios de corto y largo plazos y, cuando debe serlo, indudablemente pragmático. Es un político distinto a la mayoría de los dirigentes de Morena, por historia y porque tiene personalidad y peso propios, tiene interlocución dentro y fuera de su partido y, eso le da un margen de maniobra que no tienen Martí ni la mayoría de sus compañeros.

Hace dos años, Monreal no se fue de Morena, pese a que tuvo todo tipo de ofrecimientos, se encerró en una camioneta durante un viaje entre Querétaro y la Ciudad de México con López Obrador, nadie sabe de qué hablaron, pero de ahí salió con el compromiso de ser el coordinador de los senadores de su partido en la nueva legislatura.

Martí perdió la reelección desde el momento en que la planteó. Existían acuerdos previos de no reelección y de que la siguiente presidencia de la Mesa Directiva sería para una mujer. La presidencia de la Mesa siempre ha rotado, incluso entre partidos políticos, ahora no fue así porque quedó en posesión de Morena, pero no se reelige a su presidente. Lo cierto es que Batres perdió la elección interna y que Monreal conservó el apoyo de casi todos los senadores del partido.

Este es un conflicto que va mucho más allá. Estamos hablando de cuál es el futuro del partido mayoritario en el país. Un partido que tiene la característica de que no es tal: es realmente un movimiento que gira en torno a un líder. Para perpetuarse, en el mejor y peor sentido de la palabra, Morena debe realizar una operación similar a la que efectuó en su momento Lázaro Cárdenas, cuando transformó al PNR, creado por Plutarco Elías Calles, en el Partido de la Revolución Mexicana, cuando pasó de un agrupamiento de caudillos revolucionarios reunidos coyunturalmente en torno a un líder a ser un partido político como tal. El PRI surgió del PRM, algunos años después, en 1946, ya como una fuerza, literalmente, institucionalizada, con formas propias de hacer, entender y ejercer el poder.

Morena hoy es un movimiento sujeto a todo tipo de vaivenes porque su único punto de unión es el presidente López Obrador, que tampoco es un hombre que guste demasiado de un partido con altos grados de autonomía. Cuando pudo imponer dirigentes en el PRD eligió a hombres como Leonel Cota Montaño, que no tenía ni siquiera militancia partidista. Cuando el partido se confrontó con él, lo abandonó para crear su propia fuerza política, cuyo primer responsable de organización a nivel nacional, hay que recordarlo, fue el propio Monreal.

El show vivido este lunes en el Senado es el preámbulo de la elección interna de Morena del próximo 20 de noviembre, donde tres corrientes, por lo menos, se enfrentarán para tratar de encabezar el partido: por una parte, la candidatura de Mario Delgado, que tiene el apoyo de muchos legisladores, de Monreal y de Marcelo Ebrard, y que sería la corriente más “política” y abierta, contra la de Bertha Luján, que representa la mayor ortodoxia lopezobradorista, con un papel subordinado del partido; y un tercer grupo (que podría terminar aliado con Luján), donde aparecen el propio Martí, Yeidckol Polevnsky, John Ackerman y otros, que oscilan en torno a las posiciones más radicales del movimiento, pero que, pese a su ortodoxia y lealtad hacia el Presidente, están quedando fuera de un juego político que, en realidad, no entienden.

Es mucho lo que está en juego. Si bien el presidente López Obrador tiene control sobre los mecanismos del gobierno y del partido, lo cierto es que el margen que le queda a los coordinadores parlamentarios y a la dirigencia del partido es muy amplio, sobre todo de cara al 2021, cuando se definirá el futuro del país. La apertura o la radicalidad que tenga Morena y que muestre en sus candidatos y posiciones serán clave para la reacción opositora.

Monreal apabulló a Martí en este lance y éste, con su reacción (desmedida y pública), no ganó puntos, al contrario. Monreal, que ha superado tempestades mucho mayores a ésta, sale fortalecido y con un poderoso grupo parlamentario en torno suyo. Esa carta la hará pesar en el futuro. Información Excelsior.com.mx

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