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¿Optimista u objetivo ante el futuro?

Por Ángel Verdugo

¿Se considera usted un optimista? De ser así, ¿qué significa para usted serlo? ¿Acaso aceptar el discurso oficial de manera acrítica, y tragar ruedas de molino? También, ¿podría llamarse optimista si aceptare como verdades axiomáticas las afirmaciones del gobernante en turno en relación con la situación económica, por ejemplo? ¿Y si le dijere que eso no es ser optimista sino ingenuo?

Si quisiéremos poner las cosas de otra manera y preguntáremos, por ejemplo, ¿cómo ve usted el futuro? ¿Qué contestaría un optimista? ¿Mañana estaremos mejor que hoy, y hoy mejor que ayer? Y el objetivo, ¿qué respondería?

¿Y qué decir de otro tipo de afirmaciones con el mismo nivel de generalización? ¿Calificaría como optimista al que planteare simplemente que el año próximo la economía creará más empleos formales que los creados durante el año en curso, o al que dijere que los salarios se elevarán más que la inflación y que el Producto Interno Bruto del año próximo será más elevado que el de este año?

Ya entrados en gastos, ¿cómo calificaríamos a quien afirmare, dada la realidad que enfrenta una economía, que la misma crecerá al 4.0% promedio anual? ¿Iluso o charlatán? Las preguntas, habría que decirlo, podrían seguir sin llegar a una conclusión aceptable para todos, sobre todo si insistiéremos en dividir una sociedad en personas optimistas y no optimistas.

Dado que el adjetivo optimista cae en el terreno de lo cualitativo, y ser objetivo no es bien aceptado pues muchos prefieren llamarlos pesimistas y amargados, ¿por qué no pensar en términos precisos y claros? Por ejemplo, ¿por qué no intentar ver el futuro que nos espera con base en el comportamiento proyectado para algunos indicadores, cuantitativamente hablando? Es decir, ¿le parecería a usted aceptable calificar de positivo o negativo el futuro que nos espera, si tomáremos como base el desempeño proyectado —al alza, estancamiento o a la baja— de algunos indicadores económicos, siempre y cuando lo expresáremos con cifras y porcentajes?

¿Le ve usted ventajas al uso de cifras y/o porcentajes, frente a las desventajas del uso de expresiones vagas sin soporte cuantitativo? Lo subjetivo, bien lo sabemos, tiende a inducir errores dado el peso que tienen —al elaborar un juicio—, tanto la ideología de cada uno como las simpatías o fobias frente al gobernante en turno.

De ahí que sería preferible el uso de lo cuantitativo porque, como también sabemos, ante las cifras y los porcentajes poco es lo que puede influir la ideología y las simpatías o las fobias políticas. Ante esto me diría usted, ¿qué cifras y porcentajes usaríamos, y qué fuentes? Para no pecar de parciales, ¿le parecería adecuado un conjunto representativo de fuentes cuya seriedad estuviere fuera de toda duda? Una vez resuelto este punto, ¿qué seguiría?

¿Le parecería aceptable, de entrada, determinar las necesidades en materia de empleos formales dada la estructura demográfica del país? Luego, determinar el porcentaje del PIB al que deberíamos crecer para crear esos empleos. Ese mismo razonamiento permitiría establecer otras cantidades y porcentajes clave, para estar en condiciones de captar los recursos que satisfarían ciertas necesidades en educación y salud, por ejemplo.

Ahora bien, dado lo que hoy sabemos en cuanto al muy probable comportamiento del Producto Interno Bruto para este año y el siguiente, ¿qué concluiríamos en cuanto al futuro que nos espera, si este año creciéremos menos del uno por ciento y el 2020, apenas el 1.5? Por otra parte, si concluyéremos que la economía sólo generaría este año menos de 500 mil empleos formales, pero de acuerdo con la estructura de la población requerimos casi un millón, ¿cuál sería su opinión al respecto?

Agotado el ejercicio anterior, ¿qué concluiríamos acerca del futuro que nos espera para este año y el siguiente? ¿Se atrevería usted a afirmar que sería positivo? Es obvio que nadie en su sano juicio se atrevería a hacerlo, menos a defender tal disparate; sin embargo, ¿por qué tantos millones aplauden el despropósito de López que ya cansa: ¡Vamos requetebién!?

Ante esa fantasía, ¿cuál parte piensa usted que es la más irresponsable? ¿El que miente a sabiendas de que su afirmación es una mentira sin sustento real alguno, o el que acríticamente la acepta como verdad irrefutable? ¿Y usted, frente a las mentiras y exageraciones mil, es optimista u objetivo?

Información Excelsior.com.mx
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