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¿Polarizar o resolver?

Por Pascal Beltrán del Rio

En su discurso de toma de posesión, el sábado pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador enumeró varias de las calamidades que tiene el país.

Sus señalamientos son certeros en cuanto al diagnóstico de muchos de esos males (aunque me hubiera gustado que mencionara el inminente tsunami de pensiones que enfrentaremos por el envejecimiento de la población).

Donde difiero con él es en las causas que mencionó, así como las posibles soluciones a esos problemas, cosa ésta en la que, por cierto, no abundó.

Tomemos uno de ellos: la diabetes.

No cabe duda que esta enfermedad constituye un grave problema de salud pública. Nos preocupa mucho –y con razón– la cifra de asesinados. El año pasado fue el más violento en la historia del país, con casi 30 mil homicidios dolosos. ¿Y si yo le dijera que por causa de la diabetes falleció el triple?

Entre 2000 y 2015 murió más de un millón 100 mil personas por dicha enfermedad, cifra similar al número de muertos durante la Revolución Mexicana.

De acuerdo con el informe Panorama de la Salud 2017 presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México se coloca a la cabeza en el listado de los 34 países del grupo con el índice más alto de sobrepeso y obesidad en personas mayores de 15 años.

“La prevalencia de diabetes es más alta en México, donde 15.8% de los adultos la tiene”, destacó el estudio.

Nuestro índice nacional de diabetes está en casi el doble del promedio mundial registrado por la OMS. En 1980, esa era precisamente la prevalencia que tenía la enfermedad en México. Por eso, qué bueno que el Presidente lo mencionó en su discurso.

Tiene razón cuando afirma en el texto que el índice de diabetes en México supera al de los países de nuestra región. Sólo es más alto en Belice (17%).

Sin embargo, López Obrador colocó ese diagnóstico en la parte del discurso que dedicó a hablar de los daños que, de acuerdo con su visión, ha causado el neoliberalismo.

“La diabetes es una enfermedad multifactorial, tiene muchos colaboradores para que se propicie el escenario en el que se va a desarrollar”, me dijo ayer en entrevista para Imagen Radio el médico internista y especialista Alejandro Cárdenas Cejudo.

Entre los factores principales están el genético, la alimentación y la ausencia de actividad física. “El tipo de diabetes que tenemos en México está muy asociada con la obesidad”, señaló el doctor Cárdenas.

“Entre 60% y 90% de los casos se podrían evitar si las personas estuviesen bien documentadas en cuanto a su alimentación y la necesidad de hacer ejercicio. Comiendo bien y realizando actividad física, probablemente tendríamos muchos menos casos de diabetes, pues apenas entre 10% y 40% de los enfermos no se benefician de esos buenos hábitos porque, tarde o temprano, su páncreas va a dejar de trabajar”.

En el informe 2016 de la OMS sobre diabetes se puede leer lo siguiente: “Las primeras etapas de la vida, cuando se forman los hábitos alimentarios y de práctica de actividad física y puede programarse la regulación a largo plazo del equilibrio energético, ofrecen una oportunidad inmejorable de intervención para mitigar el riesgo de obesidad y de diabetes de tipo 2 en etapas posteriores”.

En la literatura que se puede consultar sobre el tema, nada encontré sobre el neoliberalismo como causante de la enfermedad.

Es verdad, como digo arriba, que en 1980 los índices de diabetes estaban a la mitad. Esto casi coincide con el año en que, a juicio de López Obrador, el país comenzó a descomponerse por causa de las políticas económicas que se aplicaron en México (1982). Pero casualidad no es causalidad.

Lo cierto es que México se urbanizó de forma dramática durante ese lapso, lo que ocasionó que millones pasen más horas en el transporte público y tengan menos tiempo para hacer ejercicio y comer en casa.

“Es cierto que hoy en día estamos expuestos a muchos alimentos chatarra”, me dijo Cárdenas. “Pero antes de 1980, los alimentos no tenían etiquetas sobre su valor nutricional como ocurre ahora”.

Detrás de la explosión del número de diabéticos en el país parece estar, sobre todo, en los malos hábitos (alimentación deficiente y falta de actividad física) y eso se resuelve con información y buena educación.

A menos de que podamos revertir el proceso de urbanización y la pérdida de tiempo libre que se ha dado en los últimos 40 años, vamos a tener que actuar sobre esta realidad para frenar la prevalencia de una enfermedad que está matando a miles.

Ahí es donde debe entrar en acción el gobierno, informando e impulsando los buenos hábitos. Quedarnos en el señalamiento de culpas y en la polarización no va a resolver el problema. ¿O es que el cambio no se trata de eso último? Información Excelsior.com.mx

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