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¿Qué precio pagaremos por aislarnos otra vez?

Por Ángel Verdugo

En la reunión anual más reciente de embajadores y cónsules, se contó con la presencia e intervención del Presidente de la República; en ella, quizá sin pensar en las consecuencias de sus palabras, López expresó que a él no le gusta viajar, y por eso mismo designa a Marcelo (así lo dijo, no al canciller o al secretario de Relaciones Exteriores) para que lo represente.

Sin embargo, en los ambientes internacionales —donde normal y tradicionalmente se reúnen los jefes de Estado—, no tiene la misma importancia el que sea un secretario o ministro el que acuda en lugar de alguno de aquéllos. Las explicaciones formales o diplomáticas pueden ser de índole diversa, pero la realidad es que jamás en reunión alguna, los presentes tratarán los asuntos delicados con un representante.

¿Por qué entonces López no acude a reuniones donde alternaría con sus pares? ¿Qué explica la renuencia a reunirse con ellos y discutir asuntos bilaterales y/o multilaterales en los cuales México está involucrado directa o indirectamente?

¿Acaso, como no pocos afirman, su renuencia se explica por un cierto complejo dada su incapacidad para hablar otro idioma? O también, ¿sería su desconocimiento o rechazo de las grandes transformaciones registradas en el mundo desde hace 40 o 50 años? ¿Y por qué no, su renuencia sería resultado de la educación política e ideológica recibida durante sus años al servicio de gobiernos priistas donde, lo acepte o no, abrazó el nacionalismo revolucionario y la idea equivocada que postula, que la mejor estrategia era y es aislarse del exterior?

¿Qué excusas darían embajadores y cónsules cuando, en alguna reunión en el país donde están desempeñando su labor, algún participante cuestione esa conducta de rechazar viajar al exterior para promover al país, por ejemplo? ¿Quién aceptaría las excusas del embajador o el cónsul con las cuales intentaría explicar la ausencia del jefe de Estado mexicano?

En los tiempos que corren, la actividad diplomática y las participaciones de un jefe de Estado en reuniones multilaterales o visitas de Estado son la regla, el pan de cada día; no pocas inversiones y acuerdos de cooperación económica y política son resultado de esos encuentros entre pares, no entre jefes de Estado y representantes del ausente.

¿Estará consciente nuestro Presidente, de las consecuencias de su conducta en materia de relaciones con el exterior? ¿Acaso pesa más en su decisión de no salir al exterior su aversión y temores a hacer el ridículo, que los efectos negativos que para el país y sus relaciones con nuestros socios comerciales y políticos tiene esa conducta?

Por otra parte, esto lo planteo como simple hipótesis, ¿qué tal si ha decidido no visitar país alguno ni asistir a las reuniones multilaterales porque considera que no es necesario? Es más, ¿qué tal si lo que le dicta esa forma de ver las relaciones con el exterior es, a querer y no, lo que aprendió en aquellos años de los gobiernos de Echeverría y López Portillo?

En otras palabras, ¿qué decir si lo que vemos es que nuestro Presidente está profundamente convencido de que el proceso de apertura de la economía y nuestra integración a la globalidad fueron, ambas decisiones, una completa equivocación, pues afirma, que sólo trajeron desgracias y ruina a los mexicanos y al país? En consecuencia, ¿sus decisiones son, simplemente, parte de la estrategia para aislar, otra vez a México del mundo exterior?

¿Le parece a usted descabellada la hipótesis que planteo arriba? De ser así, ¿cómo explicaría usted entonces, la estrategia clara y sin vacilación alguna que plantea López de abstenerse de salir del país? ¿Quién de los actuales integrantes del Servicio Exterior Mexicano, funcionarios formados durante años para insertar mejor a México en el mundo y obtener, como consecuencia de su trabajo, ventajas en todos los aspectos para México? ¿Cómo habrían tomado, todos ellos, este abierto desprecio por lo externo que deja ver el Presidente?

Por último, ¿puede un país de la importancia y dimensiones de México, aislarse así del exterior? ¿Cuáles serían las consecuencias para nuestro comercio exterior y la atracción de inversión extranjera? ¿Y qué de las funciones de promoción de un jefe de Estado de las empresas mexicanas en otros mercados?

¿Está consciente López, de los efectos negativos que su decisión aislacionista genera para México? Información Excelsior.com.mx

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