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¿Qué le preocupa al presidente?

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El presidente luce preocupado aunque intente no aparentarlo. Eligió conmemorar el 5 de febrero en un lugar seguro: Palacio Nacional (su casa), en el Recinto Parlamentario de Palacio Nacional (que él mandó remodelar), y sólo con la presencia de su esposa y sus principales colaboradores. Para ser un líder popular lució bastante solemne y señorial. Inició el sexenio anunciando frente a la plaza pública cien compromisos de Gobierno para transformar a México, y lo termina presentando veinte reformas, que difícilmente se aprobarán, en un salón neoclásico del siglo XIX frente a la plana mayor de su Gobierno. Parece imposible que un personaje tan obsesionado con los símbolos no se dé cuenta de la diferencia entre los dos actos.

Como siempre, su discurso estuvo lleno de historia con referencias a Hidalgo, Morelos, Zapata, Flores Magón, Villa, Madero y Cárdenas, pero luego, muy poco de la supuesta transformación actual. Apenas dos párrafos; uno para decir que ahora se toma en cuenta al pueblo y otro para mencionar que es necesario defender lo que se ha conseguido. Y nada más. ¿Acaso su transformación sólo amerita dos párrafos en el largo recuento de nuestra historia?

Quizás por eso propuso un paquete de reformas con las que (¿ahora sí?) se consolidará la transformación, e hizo un nuevo llamado para seguir luchando por el porvenir. En sus palabras: “no se malinterprete, no estoy hablando del futuro inmediato; hasta donde alcanzamos a ver, y a oír en la calle, el porvenir vendrá acompañado de la justicia. Mi reflexión va más allá de los próximos años, porque nada en política es eterno y en la democracia se gana o se pierde y el pueblo es el que manda, y si se equivoca, vuelve a mandar”.

Las reflexiones del presidente no son muy alentadoras. Si la batalla por la defensa de la transformación comienza con un paquete de reformas que difícilmente se aprobará, ¿entonces es una batalla perdida? ¿Su Gobierno no tiene un legado estructural? Y si hay confianza en que en el futuro inmediato no habrá muchos problemas, ¿entonces por qué la prisa?, ¿por qué no confiar en que su sucesora podrá construir el “segundo piso de la transformación” por sí sola? ¿Por qué no esperar a que ella prepare y envíe su propio paquete de reformas?

En la Mañanera del día siguiente el presidente se sinceró y explicó que las reformas sí están pensadas para el futuro cercano. Cuando se le cuestionó por qué las presentó hasta ahora, contestó: “porque hasta ahora se dieron las condiciones y porque vienen elecciones y el pueblo va a decidir”. Posteriormente, siguió hablando de las elecciones, de evitar la vuelta al pasado y de divulgar el contenido de sus reformas “porque están esperando cómo afectarnos, cómo dañarnos y atacarnos”.

Andrés Manuel López Obrador cierra su sexenio atrincherado en Palacio Nacional, confiando sólo en unos cuantos, hablando sobre la historia y buscando por todos los medios defender y a la vez construir un legado. ¿Qué le preocupa al presidente? Seguramente que aún hace falta que, como a todos, lo juzgue la historia. Información Radio Fórmula

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