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Cuando se suponía que debía ser una feliz y saludable chica, los familiares de Fiona Chrystall la vieron apagarse poco a poco a causa de la anorexia, que la llevó a pesar sólo 30 kilos.
La joven sólo desayunaba y comía, cuando era un buen día, un cereal parecido al trigo titulado, no más. “Había veces en las que no comía ni bebía nada en todo el día”, recuerda Fiona.
En 7 ocasiones estuvo tan grave, que en los hospitales la nutrían con un tubo desde la nariz hasta el estómago. Afortunadamente, a diferencia de muchos casos en los que sí tuvieron consecuencias fatales, ella logró cambiar su vida, y luchar, literalmente, para su transformación.
es que ahora que tiene 25 años, Fiona decidió convertirse en una luchadora aficionada de artes marciales mixtas. Su meta es convertirse en toda una profesional, luego de que en la Universidad tomó una clase por accidente y supo que eso era lo suyo.
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