viernes , diciembre 5 2025
Home / Opinión / Las persistentes desapariciones

Las persistentes desapariciones

Por Pascal Beltrán del Río

El próximo 5 de septiembre se cumplirán seis meses de que la organización Guerreros Buscadores de Jalisco dio con el rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán, e hizo del conocimiento público una serie de indicios sobre el uso de ese predio como un lugar donde víctimas de desaparición fueron encerradas, obligadas a participar en ejercicios de entrenamiento para volverse sicarios y probablemente asesinadas.

Aunque el gobierno federal hizo un enorme esfuerzo por minimizar lo que sucedió allí –y a pesar de que se han seguido encontrando predios similares en otras partes del país–, finalmente aceptó entablar un diálogo con los colectivos de búsqueda, que llevaban meses solicitando una cita para que los altos funcionarios conocieran de forma directa su sentir.

Play Video

Hasta ese 5 de marzo habían transcurrido 156 días en el sexenio y, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, se habían acumulado otras cinco mil 960 personas sustraídas, mismas que se sumaban a los más de 100 mil casos que ya había en esa base de datos.

Teuchitlán fue –se quisiera o no– el parteaguas del reconocimiento de la gravedad de la situación. A partir del hallazgo del rancho, con sus montones de prendas de vestir, calzado y mochilas, se realizaron encuentros entre los colectivos y la secretaria de Gobernación. Asimismo, el Ejecutivo envió al Congreso una iniciativa sobre el tema, misma que fue aprobada en el pasado periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión.

A raíz de eso, la discusión pública sobre las desapariciones amainó, pero el problema está lejos de disminuir. Al contrario, ha seguido en aumento.

En los 156 días previos a la entrada de los Guerreros Buscadores de Jalisco –entre el 1 de octubre, día en que se inició el periodo de gobierno, y el 5 de marzo–, el número de desaparecidos en el Registro Nacional fue de cinco mil 960. En cambio, en los 156 días siguientes, hasta el 9 de agosto pasado, se añadieron seis mil 560 ausencias a la cuenta. El promedio diario de personas desaparecidas pasó, entre ambos lapsos, de 38 a 42.

El gobierno ha ponderado la reducción de los homicidios en los casi 11 meses que van de este gobierno. Aunque el número sigue siendo alto –el pasado fin de semana mataron a más 140 personas en el país–, es verdad que la tendencia de los asesinatos va a la baja. Puede ser por la estrategia de seguridad que se está siguiendo, y que se distingue de la del sexenio pasado. O puede ser por otras causas, como que algunos grupos delictivos han logrado dominar las regiones donde actúan, como puede estar pasando en Zacatecas. O por una combinación de ambos. En todo caso, el hecho es irrefutable.

Pero así como es cierto que los homicidios van a la baja, las desapariciones van al alza y no ha habido diálogo público ni modificaciones legales que hayan servido para frenar el crecimiento.

Todos los días nos enteramos de nuevos casos y de hallazgos de fosas clandestinas repletas de restos humanos, situaciones que casi siempre difunden los colectivos que siguen buscando a sus seres queridos, en parajes tan aislados como peligrosos, y prácticamente sin apoyo de las autoridades.

También hay nuevos epicentros de este fenómeno delictivo, como el Estado de México, que está a punto de llegar a los dos mil desaparecidos en lo que va de este sexenio federal. O la Ciudad de México, que ha dejado de ser el lugar relativamente tranquilo, donde buscaban refugio personas de entidades más peligrosas. O Sinaloa, que hace casi un año vive en guerra. Y otros estados que se destacan en esta realidad terrible, como son Baja California, Guanajuato, Michoacán y Sonora.

Lo he venido escribiendo aquí desde hace meses: revisando las estadísticas oficiales es fácil percibir que ésta es una las vertientes delictivas más graves que tiene el país, y se necesita una estrategia muy clara y contundente para enfrentarla.

La discusión nacional que se generó alrededor del caso Teuchitlán ya pasó, pero el gobierno no debe confundir el silencio con la falta de dolor. Los familiares de las 12 mil 700 personas desaparecidas en lo que va de este sexenio las siguen buscando, igual que muchos de los más de 100 mil casos que quedan como herencia del pasado. Todos merecen y esperan respuesta. Información Excelsior.com.mx

Compartir en:

Check Also

La fuga de El Chino

Por Pascal Beltrán del Río La historia de Zhi Dong Zhang, conocido en los bajos …

Deja un comentario