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Que se desgaste

Leo Zuckermann

A los políticos hay que juzgarlos por lo que hacen, no por lo que dicen. Desde que se lanzó como aspirante a candidato republicano a la Presidencia hasta hoy que ya es Presidente, Trump ha dicho muchas cosas relacionadas con México. A diez días de haber tomado posesión, ¿qué ha hecho? Muy poco. Casi nada. Sigue en el reino de las palabras sin haber pasado al de los hechos.

Comencemos con su promesa de construir un muro a lo largo de la frontera entre EU y México, muro que ya existe en unos mil kilómetros de los tres mil totales. Desde luego que es una afrenta en contra de los mexicanos por el simbolismo que representa, máxime por la exigencia de que nosotros lo paguemos. La semana pasada, Trump firmó una Orden Ejecutiva en la que decreta llevar a cabo “todas las medidas apropiadas para planificar, diseñar y construir inmediatamente un muro físico a lo largo de la frontera sur”. El problema es que no tiene el dinero para hacerlo, mientras el Congreso no le autorice una partida presupuestal. En la misma Orden, el Presidente solicita los fondos. Hasta que se los den, lo del muro sigue siendo palabrería.

En cuanto a la pretensión de que México lo pague, la Orden Ejecutiva no contiene ninguna disposición al respecto. Algo dice que Trump no se haya atrevido a firmarlo como Presidente. Eso sí: en sus discursos y tuitazos sigue insistiendo. La semana pasada, su vocero dijo que podría hacerlo a través de un arancel del 20% a las importaciones mexicanas. Ante la andanada de críticas en EU argumentando que esto significaría que los consumidores estadunidenses pagarían por el muro, la administración reculó aclarando que esta idea sólo era una opción.

En el tema del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ha prometido renegociarlo e incluso derogarlo. También, desde su campaña, ha amenazado con imponer altos aranceles a las importaciones mexicanas. La sola amenaza verbal ha hecho que algunas compañías cancelen sus inversiones en México o las tengan temporalmente suspendidas. Pero, hasta hoy, el Presidente estadunidense no ha tomado ninguna acción relacionada con el libre comercio regional. No le ha informado oficialmente a México y Canadá su intención de renegociar el TLCAN. Tampoco ha decretado nuevos aranceles.

Donde sí hay un cambio es en el tema de las deportaciones de los inmigrantes indocumentados. En la Orden Ejecutiva antes mencionada, el Presidente instruyó al secretario de Seguridad Interna a emitir nuevas directrices “incluyendo la terminación de la práctica comúnmente conocida como ‘captura y liberación’ en la que EU rutinariamente libera a los extranjeros poco después de su aprehensión por violaciones a la ley de inmigración”. No obstante el cambio, no se ha reportado un incremento en encarcelaciones o deportaciones a México. Lo que sí ha aumentado es el miedo de nuestros paisanos en EU, no sólo a una eventual expulsión, sino a actos de violencia verbal y física, debido al ambiente racista que el Presidente ha azuzado.

En conclusión, hasta ahora, Trump ha sido más taco de lengua en sus amenazas contra México. Michael Bloomberg ya le había recomendado a los mexicanos: “Hagan caso de lo que haga Trump, no tanto de lo que diga”. Vaya que lo conoce bien el exalcalde neoyorquino. Se trata del típico desarrollador de bienes raíces que vive del bullshit: esos que venden condominios en maquetas preciosas que luego son diferentes en la realidad.

Esto no quiere decir, sin embargo, que no debamos de tomarnos en serio las amenazas de Trump. Al revés: este tipo de personajes suelen hacer lo que prometen aunque sus países se vean afectados. Los demagogos narcisistas viven del escándalo para sublimar su egolatría enfermiza.

El reto para México es cómo y cuándo reaccionar frente a las amenazas de Trump que, eventualmente, pasarán de los dichos a los hechos. El timming de la reacción mexicana es tan importante como la sustancia de las medidas retaliativas. Es cierto que nos urge una definición para acabar con la incertidumbre actual. Pero también es cierto que no podemos reaccionar impulsivamente a amenazas verbales. Hay que dejar que Trump se desgaste frente a su Congreso para conseguir los fondos del muro y con los empresarios estadunidenses al anunciar oficialmente la renegociación del TLCAN. Hay que dejar que pague los costos de pasar de las palabras a las acciones. En el camino, además, Trump se está desgastando por los otros frentes que ha abierto al mismo tiempo. Paradójicamente, el tiempo puede ser un gran aliado de México. Ya lo estamos viendo en el tipo de cambio del peso frente al dólar.

Twitter: @leozuckermann

InformaciónExcelsior.com.mx

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