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Guillermo del Toro, nacido el 8 de octubre de 1964, en Guadalajara, Jalisco, es considerado como el director mexicano más famoso del cine de fantasía, por películas de El laberinto del Fauno, Titanes del Pacífico, La forma del agua y Hellboy.
Es hijo de la actriz Guadalupe Gómez y de Federico del Toro Torres, un hombre al que le cambió la suerte tras hacerse acreedor al premio mayor de la Lotería Nacional, tras lo que se convirtió en un importante empresario de la compra y venta de vehículos usados.
PRIMEROS CONTACTOS CON EL CINE
El primer contacto de Del Toro con el cine de terror se produjo desde la cuna, pues tiene muy presente que, en aquel entonces, pasaba en la televisión una serie sobre un mutante calvo con ojos gigantes que lo hacía gritar. Décadas más tarde su psicoanalista le hizo saber que desarrolló una especie de síndrome de Estocolmo. “De ahí que adore a los monstruos”, recordó.
En su infancia, también tuvo contactos con los seres fantásticos que posteriormente plasmó en sus películas más exitosas, pues con mucha frecuencia soñaba despierto con seres del más allá, quienes vivían debajo de su cama, en su habitación o que lo acompañaban en su andar al baño cuando vivía en la mansión de su abuela.
De pequeño tenía sueños lúcidos. Abría los ojos, pero seguía soñando. Miraba a mi alrededor y había cosas animadas en las estanterías y debajo de mi cama. A los monstruos les pedí que, por favor, me dejaran ir al baño”, contó, en octubre de 2017, durante su intervención en el Festival Lumière de Lyon, en Francia.
Del Toro, quien proviene de una familia católica, amaba soñar, dibujar y crear historias fantásticas, a pesar de que eso le representara recibir castigos por parte de su abuela, quien, en un par de ocasiones, intentó exorcizarlo, además de que le ponía chapas de botellas en sus zapatos para que sangrara y se arrepintiera de todos sus pecados. Todo eso sucedió cuando tenía entre 4 y 6 años de edad.
Lejos de alejarlo de sus sueños, la actitud de su abuela lo acercó aún más a los seres del más allá, pues hasta cuando iba a la Iglesia se imaginaba a Frankenstein, la criatura de la Laguna Negra y el Hombre Lobo.
Pasaron los años y siguió desarrollando su creatividad, a la cual le sacó el máximo provecho cuando formó parte del Instituto de Ciencias, en su natal Guadalajara, institución educativa que impulsó su creatividad y lo llevó a crear su primera historia.
HACE SU PRIMER FILM
Tenía tan solo, 13 años de edad, cuando creó su primer film con la ayuda de una cámara de video que le prestó su profesor, Daniel Varela. La cinta, titulada Pesadilla 1, mostraba la mano de Del Toro embarrada con un líquido viscoso que salía del WC. La cinta fue todo un éxito entre sus compañeros de clase y profesores.
Desde entonces se destacó como el alumno con mayor proyección para convertirse en alguien importante en el mundo del cine, lo que lo llevó, incluso, a rechazar la oferta laboral que le hizo su padre, quien lo invitó a sumarse al negocio familiar en la industria automotriz, pues él quería construir su propia historia.
A pesar de su negativa, el adolescente recibió todo el apoyo de sus padres y en especial de su mamá, quien se convirtió en la protagonista de algunos de sus primeros proyectos, como Matilde, Doña Lupe y Geometría.
Además de trabajar con la cámara, el egresado del centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la Universidad de Guadalajara, también enfocó los primeros años de su trayectoria al manejo maquillaje, ya que solo así lograría darle el efecto deseado a sus personajes de fantasía.
LANZA SU ÓPERA PRIMA
Su ópera prima llegó, en 1993, cuando tenía 29 años de edad y recién había comprado su coche y su casa, la cual decidió hipotecar para ver cumplido su sueño de llevar a Cronos a la pantalla grande.
Aunque su apuesta fue muy arriesgada, el confiar en su talento le dio una más que merecida recompensa. Fue galardonado en nueve categorías de los Premios Ariel y también recibió el Premio de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes, algo que nunca había logrado un mexicano.
Tras Cronos llegó, en 1997, la internacionalización con Mimic, una película estadounidense que no obtuvo buenas crítica, ni fue un éxito en taquilla, pero que le sirvió para darse a conocer más allá de nuestras fronteras.
De ahí siguieron El espinazo del diablo (2001), Blade II (2002) y Hellboy (2004).
En 2006 estrenó El laberinto de Fauno, la primera cinta con la que dio de qué hablar en los Premios Oscar, al ser nominada en seis categorías, incluida la de Mejor Película de Habla no Inglesa y Mejor Guión Original. De los seis Oscar a los que aspiraba, ganó tres: Mejor Diseño de Producción, Mejor Fotografía y Mejor Maquillaje y Peinado.
Ese logro lo llevó a dirigir Hellboy II: El ejército dorado (2008), Pacific Rim (2013) y Crimson Peak (2015). Así como a producir El orfanato (2007), Rudo y Cursi (2008), Biutiful (2010), Mamá (2013), entre otras cintas.
Aunque ya en el 2007 había llenado de orgullo a México por lo que hizo en los Oscar, nada se comparó lo que vivió en 2017, con La forma del agua, al recibir 13 nominaciones y ganar en cuatro: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Banda Sonora y Mejor Diseño de Producción
Tras arrasar en los Oscar, Guillermo, quien asegura no le importa ganar premios, fue reconocido en el Paseo de la Fama de Hollywood, donde develó su estrella, mostrándose muy orgulloso de ser un migrante.
En la actualidad trabaja en la dirección, producción y guión de Pinocho, su próxima película, la cual aún no tiene fecha de estreno Información Noticieros Televisa
