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Bache olímpico

Por Pascal Beltrán del Río

Gloria a los atletas mexicanos que consiguieron una medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, clausurados ayer. Debemos aplaudir su esfuerzo y el reconocimiento que obtuvieron para nuestro país, pues lograron colocarse entre los tres mejores del orbe en sus respectivas disciplinas.

Dicho eso, la participación de México en estos juegos fue muy decepcionante. Terminar en el lugar 84, entre 93 países que lograron al menos una medalla en esta justa veraniega (es decir, quedar en el último decil de la tabla) no se corresponde con el tamaño de nuestra economía y nuestra población ni con nuestra historia.

Se trata de la peor actuación desde los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, cuando México ganó una sola medalla, de bronce, la del marchista Bernardo Segura en la prueba de 20 kilómetros.

Esa vez, nuestro país quedó en último lugar de la tabla, empatado con otras ocho naciones: Uganda, Túnez, Puerto Rico, Mozambique, Mongolia, Lituania, Israel e India.

En esta ocasión, en Tokio 2020, la delegación mexicana cosechó cuatro medallas, todas de bronce, de entre las 997 preseas que estuvieron en juego. Es un retroceso de un cuarto de siglo. Porque si bien es cierto que en 2004 y 2008 también se obtuvieron cuatro medallas, aquellas veces cayeron tres de plata (en Atenas) y dos de oro (en Pekín). Y hay que considerar de dónde venimos: en Londres 2012 se consiguieron ocho medallas —lugar 38 de 85 naciones premiadas—, el mejor desempeño desde México 1968.

Habrá quien diga que nuestro país no es el único que está en un bache olímpico. Es verdad: Finlandia, un país que ha obtenido 303 medallas en los Juegos Olímpicos de verano, desde su primera participación en Londres 1908, sólo logró dos de bronce esta vez. En Los Ángeles 1984 había conseguido doce.

Sin embargo, hay que tomar en cuenta que de los ocho países que terminaron empatados con México en el lugar 71 del medallero de Atlanta 1996, todos, salvo uno —Mozambique, que no logró esta vez una sola presea— tuvieron una mejor actuación en Tokio 2020. El mejor de ellos, Uganda, que terminó en el sitio 36, con dos oros, una plata y un bronce.

Podemos y debemos compararnos también con el desempeño del resto de América Latina. Brasil fue el mejor, con 21 medallas en total, siete de ellas de oro, para quedar en el lugar 12. Luego vienen Cuba (lugar 14), Ecuador (38), Venezuela (46), Puerto Rico (63), Colombia (66), República Dominicana (68) y Argentina (72). Si incluimos a las naciones caribeñas angloparlantes, encontramos mejor colocados a Jamaica (lugar 21), Bahamas (42) y Bermudas (63).

Es verdad que el declive mexicano comenzó a notarse en Río de Janeiro 2016 —cuando se obtuvieron sólo cinco medallas y el país terminó en el lugar 61 de 86—, pero eso no nos debe dar consuelo alguno. Llevamos nueve años de una patética falta de organización del deporte de alto rendimiento.

Seguramente mañana comenzaremos a escuchar las excusas por parte del gobierno federal y, ya lo oigo, de cómo todo es culpa de la corrupción. Probablemente sí tenga mucho que ver ese flagelo, pero, como en muchos otros temas, se eligió a este gobierno para dar resultados, no justificaciones.

El presidente Andrés Manuel López Obrador decía la semana pasada que, ante la crisis del Tribunal Electoral, todos los magistrados debieran renunciar. Yo quiero trasladar ese deseo al deporte organizado (salvo el futbol, que se cuece aparte, sin dinero público) y pedir que renuncie cuando menos Ana Gabriela Guevara, titular de la Conade —quien pronosticó la obtención de diez medallas en Tokio—, e iniciar a partir de ya una reestructuración. Quizá valdría la pena seguir el ejemplo del futbol, que aunque también nos ha dado muchas frustraciones, al menos no le cuesta a los contribuyentes. ¿Por qué no pensar, como ha sugerido mi compañero Pablo Carrillo, en que los patrocinios privados sustituyan al erario en este rubro? Si realmente se quiere acabar con la corrupción, ésa sería una buena vía.

Faltan sólo tres años para París 2024. No hay tiempo que perder, a menos de que nos queramos acostumbrar a la mediocridad. Información Excelsior.com.mx

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