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El Infierno del Cefereso 16: Drogas, aislamiento y torturas llevan a internas al su1cidio

Bertha Alfaro corrió a cerrar la puerta de su celda, la atoró con estambre. Estaba en crisis, no quería saber más de nada. Tomó la sabana de su cama y se colgó. Era la quinta vez que intentaba suicidarse en el Cefereso 16, el de Morelos, el único penal federal femenil que existe en México y en el que se han registrado 10 suicidios solo de julio a diciembre de 2023.

Las compañeras de Bertha lograron abrir la puerta de su celda y entre gritos corrieron a descolgarla. Lograron salvarla una vez más. Siempre fueron ellas, sus compañeras y no las custodias del penal, quienes la rescataron de la muerte.

Aquella noche del 25 de febrero de 2023, Bertha empezó a sentir que estaba a punto de caer en una crisis más. Tiene esquizofrenia y trastorno maniaco depresivo. Había aprendido a controlarse sola, después de estar los primeros dos años y medio en el penal sin medicamentos y después de otros cuatro intentos de suicidio.

Esa noche le pidió a una compañera pastillas para dormir. Se las dio. Bertha las tomó y se fue a su celda. La custodia llegó a pasar lista y Bertha no la escuchó, así que la oficial empezó a gritarle. La entonces interna le pidió que la dejara en paz, le dijo que necesitaba estar tranquila, pero la custodia la siguió reprendiendo. Bertha explotó.

Se me juntaron muchas cosas, que me iba a empezar la crisis, que no tenía mis medicamentos, que no me habían dejado hablar con mis familiares, que había problemas en mi familia, además nos habían hecho varios cateos en esos días y como según encontraban cosas prohibidas, nos dejaban a todas días sin comer, así que simplemente ya no aguanté más.

El Instituto Federal de la Defensoría Pública (IFDP) alertó que de julio a noviembre de 2023 se habían presentado ocho suicidios en este penal. Una comisión de esta institución acudió a entrevistarse con personas privadas de la libertad, el 28 del mes pasado, y encontró una situación de alarma. De hecho, el mismo día que concluyó la visita del IFDP se reportó un noveno suicidio y el martes 5 de diciembre otro más, el décimo en el segundo semestre de este 2023.

Sofía de Robina Castro, secretaría técnica de Combate a la Tortura del IFDP dice que en la visita se encontraron “condiciones sumamente lamentables que se han agravado y que hoy en día llegan al nivel más alarmante y preocupante que es que puedan ser consecuencia de pérdida de vidas humanas”. Entre esas condiciones está la falta de atención médica y psiquiátrica, el aislamiento y presuntos castigos.

N+ entrevistó a nueve personas ex privadas de su libertad en ese centro, que salieron en diferentes momentos, y a 12 familiares de internas y la mayoría refieren que en el Cefereso uno de los grandes problemas es que a quienes tienen trastornos psiquiátricos fuertes no les dan seguimiento médico ni los fármacos adecuados y por el otro lado hay abuso de medicamentos controlados entre la población general.

“Lo que sucede es que trasladan a compañeras al Cefereso desde los penales estatales, donde hay mucho consumo de drogas, y muchas vienen con adicciones fuertes, pero en lugar de atenderlas de forma adecuada, les recetan pastillas para tenerlas tranquilas, y cada vez les van dando más o ellas las consiguen”, dice Elvia Acosta, quien salió de este penal en febrero pasado.

Están además quienes no tienen una adicción, pero empiezan a presentar trastornos de ansiedad o depresión por las condiciones en la cárcel e inician el consumo de fármacos, propiciado y avalado por las propias autoridades.

En este Cefereso, que inició operaciones en 2015, ha habido tres directoras solo en este año: Gabriela Cerón, que asumió el cargo en 2019 y lo dejó en mayo pasado, después de una segunda intoxicación masiva por alimentos, la primera fue en octubre de 2022. Le siguió Yasmín Borbón, que duró apenas unos meses, y en noviembre asumió el cargo de directora Angélica María Ramírez Gerbacio.

“Con Gabriela Cerón fue que se empezó a descontrolar lo del consumo de medicamentos. Ya no solo eran las que venían con adicciones de los penales estatales, sino que ibas y le decías no puedo dormir y le decía al personal: que le manden medicamento. Ni te valoraba el psiquiatra. Solo te lo mandaban así. Hasta yo tomaba. Era un toma lo que quieras. De 100 compañeras que tomábamos medicamento controlado, a 30 las había valorado el psiquiatra y al resto nos lo daba el médico general o la psicóloga”, dice Elvia.

Y ese abuso, agrega, “provoca mucho descontrol. A mí me tocó bajar a compañeras que se habían colgado porque querían más medicamento o porque estaban muy medicadas”.

Hay quienes guardan pastillas para poder intercambiarlas después por otros productos. En este penal no se maneja dinero, pero se da el trueque o se le envía la cuenta a la familia de la compañera endeudada.

Las expersonas privadas de su libertad entrevistadas para esta nota aseguran que la adicción a las pastillas es tanta en ese lugar, que las compañeras se hacen cortes o se cuelgan como medio de presión para conseguir que les den más medicamento.

N+ solicitó una entrevista con la directora del Cefereso 16, Angélica María Ramírez Gerbacio, para hablar de la situación que se está viviendo en este centro penitenciario, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Muchas no deberían estar aquí
A las malas condiciones se suma el alejamiento de sus familias. A este penal federal llegan mujeres de todos los estados, incluidos los más alejados, del norte o del sur. No pasa lo mismo en el caso de los hombres porque hay varios penales federales repartidos en toda la República.

Además, no llegan solo reclusas por delitos del fuero federal, como debería ser, también hay mujeres procesadas o sentenciadas por delitos del fuero común, que tendrían que estar en una prisión estatal.

De acuerdo con el Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria, hace un año, en octubre de 2022, había en el Cefereso 16, mil 133 internas, 499 por delitos del fuero común y 634 por delitos del fuero federal. En octubre de este año había ya mil 220 mujeres privadas de su libertad, de ellas 615 estaban por delitos del fuero común y 605 por fuero federal.

“Más de la mitad de las mujeres que están en este Cefereso no tendrían por qué estar ahí, lejos de sus familias, de sus procesos, y el argumento que muchas veces dan las autoridades en público es que es porque es un centro de máxima seguridad, pero en realidad no tiene un sentido eso”, dice Víctor Lagunas, oficial de proyectos en el Programa de Sistema Penitenciario y Reinserción Social de la organización Documenta.

Además, de las mil 220 mujeres privadas de su libertad en el Cefereso 16, solo 708 tienen ya una sentencia, el resto sigue en proceso, es decir, no se les ha comprobado ante un juez que sean culpables.

“Lo que pasa en este centro debe llevarnos a revisar incluso la cuestión de la prisión preventiva, ¿por qué no buscar otras opciones en lugar de esta? O ¿Por qué no permitir que las personas que no tienen sentencia lleven sus procesos en los centros de los estados donde viven? Con lo que está pasando habría que plantearse incluso la necesidad de la existencia de este Cefereso, que ya probó que es un fracaso”, subraya Lagunas.

Tortura de muchas beneficio de pocos

Viridiana Molina, también expersona privada de su libertad en esta penitenciaria y quien fundó el colectivo Artículo 20, es contundente. “Este es un centro privado y beneficia solo a los inversionistas, porque la mayoría de las chicas que están ahí son ya del fuero común, hay niñas de 18 años que están ahí por robo”.

El Cefereso 16 fue concesionado, en 2010, y es operado por CRS Morelos S.A de C.V, cuyas acciones pertenecen actualmente a Capital Inbursa S.A de C.V de Carlos Slim.

De acuerdo con datos oficiales del gobierno federal, este es el Cefereso más caro, tan solo en 2021 se pagó al concesionario un monto total de mil 925 millones de pesos. La vigencia por el contrato de la concesión es de 22 años y el tiempo de servicio no podrá ser menor a 20. Algo importante es que, según las cláusulas del contrato, las autoridades tienen que pagar lo mismo esté lleno o no el centro, que tiene espacio para 2 mil 538 internas.

“Ha habido muchos traslados de las cárceles de los estados, cada vez llevan a más chicas que están presas por supuestos delitos del fuero común, parece que lo que quieren es llenar la cárcel. A mi hija, por ejemplo, la trasladaron del penal de Puebla. No nos avisaron que la iban a cambiar”, dice la madre de una mujer privada de su libertad en este Cefereso, quien prefiere omitir su nombre real por temor a represalias para su familiar y a quien llamaremos María.

La señora asegura que la explicación que les dieron para el traslado es que su hija se estaba portando mal, que incluso planeaba un motín con otras compañeras, “pero eso es muy raro, porque ella siempre tuvo buen comportamiento”,

La lejanía de sus lugares de origen provoca que las familias no puedan ir a visitar a las internas, quienes quedan en un abandono obligado. De hecho, muchas de las mujeres privadas de su libertad aquí son madres y pasan meses o hasta años sin ver a sus hijos. Las abuelas, quienes quedan a cargo, tienen que elegir entre gastar en el traslado para hacer la visita o cubrir las necesidades de sus nietos. María dice que ella tiene un año que no puede ir a visitar a su hija.

Cuando estaba acá en el Cereso de Puebla la íbamos a ver hasta dos veces a la semana y diario nos podía llamar. Ahora no solo no podemos verla, por el gasto que implica ir los tres, yo y sus dos hijos, sino que nos llama cada semana.

La señora dice que un día, durante la breve llamada, su hija le confesó que había estado a punto de atentar contra su vida. “Le dije que por favor no lo haga, que tiene familia, que acá la esperamos, ella no está sentenciada y mi hija es inocente, así que espero que la dejen salir, hay mucha presión sobre ellas por la lejanía de nosotros y todo lo que viven en ese penal”.

Los castigos y los malos tratos, así como los pleitos y agresiones entre las internas también entran en el coctel de cosas que les causan gran estrés y ansiedad. Maricela Mares, otra persona exprivada de su libertad, que salió hace un año y medio del Cefereso 16, dice que su pareja, quien sigue recluida, intentó suicidarse en junio de este año. Le habían pasado muchas cosas en los últimos días.

Maricela cuenta que le robaron sus tenis, se puso al brinco y la mandaron al hospital, así le llaman a una zona en la que llevan a las internas que tienen trastornos psiquiátricos y caen en crisis, a quienes tratan de suicidarse, pero también a las que quieren castigar. En ese lugar las amarran en cuatro puntos, de pies y manos, a una cama y las dejan así por días, incluso tienen que orinar y defecar ahí.

“Mi pareja andaba muy mal, le pegó la depresión, hace mucho que no ve a su familia, porque ella es de Monterrey, luego le robaron sus tenis y la mandaron varios días al hospital ese, después la pusieron a vivir con la que le robó los tenis y ella sentía que le iba a hacer algo, luego entre las mismas compañeras se pican, además consume muchos chochos, así que se quedó en la celda, y se colgó, si no pasa una compañera y la ve y la descuelga, estaría muerta”, cuenta Maricela.

El atentado a la salud

En la visita que hizo el IFDP al Cefereso en noviembre encontró que entre las malas condiciones que hay en el penal se agrega la falta de atención médica. “Hay muchos problemas que sí tienen que ver con salud física y mental, con deficiencia en diagnósticos o a veces con diagnósticos, pero con falta de seguimiento o con falta de medicamentos, muchas veces no tienen los fármacos que se necesitan y las internas tienen que pedírselos a sus familias”, dice Sofía de Robina Castro.

Esto también es algo que refieren todas las personas entrevistadas para esta nota, la deficiencia en la atención a la salud. Es el caso de la mamá de Getzuri Romero Jiménez. A la señora la trasladaron del Cereso de Chilpancingo, de donde es originaría y donde vivía. Lleva un año en el Cefereso 16, en ese tiempo su hija solo ha podido visitarla tres veces.

La última vez que la pude ver fue hace cinco meses, la vi desesperada, ha bajado mucho de peso. En la cárcel de Chilpancingo le habían dicho que probablemente tiene cáncer en la matriz, pero estaba por concluir el diagnóstico, y acá en el Cefereso 16 no la han mandado ni a consultas ni a estudios.

Getzuri dice que a la señora solo le dan paracetamol cuando se siente mal y que su familia teme que el cáncer esté avanzado y ella esté sin atención médica.

Bertha Alfaro refiere una cuestión similar. Dice que ella tuvo como compañera, antes de salir del penal, a una mujer llamada Blanca Vega. “Llegó bien al penal, después empezó a reportar que tenía sangrados fuertes, pero no le hacían caso, no le daban atención médica, cuando yo salí (en julio) ya era un esqueleto. Ahora sé que ya la están atendiendo, descubrieron que tiene cáncer en el estómago, pero ya muy avanzado, terminal. Igual que ese caso hay muchos en el Cefereso”.

Maricela cuenta que su pareja tiene también sangrados frecuentes y no le han dado atención y recuerda que cuando ella estuvo padeció una infección urinaria que la hacía hasta orinar sangre, nunca la atendieron, sus compañeras le compartieron pastillas que tenían para que se curara.

Sofía de Robina Castro precisa que en el penal, a pesar de ser exclusivamente femenil no hay ginecólogo de planta, y a pesar de que buena parte de la población padece ansiedad y trastornos psiquiátricos, tampoco hay psiquiatra. A Bertha, por ejemplo, este especialista la veía cada tres meses, a pesar de padecer esquizofrenia.

Condiciones torturantes
A todo eso anterior se suma, señalan los entrevistados, que a las internas se les da poca comida, cada vez menos, dicen, además no disponen de agua potable (la tienen que comprar), hay pocas actividades para hacer y muy pocas tienen oportunidad de trabajar.

El Cefereso se divide en pabellones y hay una zona que se conoce como hogares o casitas, donde están en mayor libertad, ahí no hay reja sino puertas, es donde estaba Bertha y donde está ahora la pareja de Maricela, esa zona es para las mejor portadas, ellas pueden acudir a algunas actividades y las que no tienen alguna condición psiquiátrica o ansiedad pueden trabajar en lo que le llaman industrias, que es una maquila. El resto, que es la mayoría, pasa el tiempo encerradas en sus pabellones.

“Como muchas no pueden trabajar en el centro y no ganan dinero, la situación de las familias se complica, las abuelas acaban manteniendo a los nietos y eso también es un gran estrés, no solo por estar sin hacer nada, sino porque no pueden apoyar económicamente a sus familiares”, explica Viridiana Molina, del colectivo Artículo 20.

Aunque el riesgo de suicidio es alto aquí, los entrevistados también señalan que hay muertes que les parecen sospechosas, como la de Diana Treviño, a quien le faltaban solo dos meses para obtener su libertad y quien parecía estar emocionalmente estable.

La mala situación que viven las internas en este Cefereso no es un tema nuevo. A inicios de este año, en enero, el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT) de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) hizo varias visitas al penal y entrevistó a 57 de 59 mujeres recluidas en el Módulo 10, en donde había trascendido que aíslan a las mujeres como castigo.

Del conjunto de elementos recabados durante las visitas efectuadas por personal del MNPT, fueron identificados ocho factores de riesgo de tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes, entre estos: traslados a otros centros penitenciarios o módulos sin la protección de derechos y sin aplicar la perspectiva de género.

También se encontró que había procesos de encierro prolongado o aislamiento (como los que se hacen en el Módulo 10); obstaculización en la comunicación con el exterior; condiciones de habitabilidad que vulneran la dignidad de las personas, como: insuficiencia de personal de seguridad y custodia, técnico, de psicología, trabajo social, criminología y médico para cubrir las necesidades de las mujeres privadas de la libertad. Además se documentó falta de atención a la salud física y mental y falta de atención al riesgo suicida.

Por ejemplo, el MNPT encontró que el 66% de las mujeres entrevistadas refirieron que cuentan con alguna condición de salud mental que requiere un seguimiento especializado, y todas fueron consistentes en manifestar que no se brinda un seguimiento médico de manera adecuada al interior del Cefereso. Aunque el MNPT emitió una serie de recomendaciones para revertir todas estas situaciones, nada ha cambiado en esa cárcel, las cosas van peor, de hecho.

Por las muertes de tres de las internas que se han suicidado recientemente y que eran sus representadas, el IFDP interpuso denuncias penales y pide que la investigación la atraiga la Fiscalía General de la República, por ser este un penal federal, además solicita que las muertes se investiguen como feminicidios.

Sofia de Robina Castro dice que de estas tres mujeres, una ya tenía un intento de suicidio previo y a otra no se le estaba dando la atención médica adecuada, aunque ya tenía incluso una controversia judicial ganada para obtenerla.

La abogada dice que estas muertes, y todas las que han sucedido, tienen que investigarse desde la Fiscalía General de la República porque son autoridades federales las que tendrán que estar siendo investigadas, bajo este entendido en donde toda muerte que ocurra mientras una persona está a disposición de una autoridad genera una responsabilidad prácticamente inmediata, y tendrá que deslindarse el nivel y hasta qué grado pudo haber habido por lo menos una omisión. Información Nmás

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