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Inseguridad, tema del 18

Por: Pascal Beltrán del Rio

Hasta ahora se pensaba que la corrupción en el gobierno se convertiría en el centro de la campaña electoral de 2018, pues ha sido el tema dominante de la discusión por meses.

Los discursos de los potenciales candidatos presidenciales se han centrado en cómo moralizar la vida pública: que si dar autonomía plena a la Fiscalía Anticorrupción, que si gobernar con el ejemplo a fin de que los funcionarios renuncien a aprovecharse de sus cargos para fines personales y de grupo.

Sin embargo, hay un asunto que no ha merecido hasta ahora la plena atención de los políticos más conspicuos como tema de la sucesión presidencial: la creciente inseguridad que enfrentan millones de habitantes de este país.

Por supuesto, la inseguridad es una de las principales preocupaciones de los mexicanos. Así lo indican las encuestas. Y no sólo eso: es la causa más notable del derrumbe de la imagen presidencial.

Por alguna razón, los partidos no se han ocupado de la lucha contra la inseguridad como eje de las campañas de 2018. Basta ver los spots de televisión de los dos aspirantes que hacen campaña por esa vía —Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador— y las entrevistas con los líderes partidistas: la clase política no se ha sentido obligada a lanzar ideas para resolver la crisis de inseguridad que vivimos.

Yo creo que ahí hay un área de oportunidad para algún candidato a la Presidencia: Abanderar la exigencia de millones de mexicanos para recuperar la seguridad en sus comunidades.

Los gobiernos de todos los niveles y colores han hecho muy mal su trabajo. En la mayoría de los casos han fallado estrepitosamente.

En un número creciente de ciudades, salir a la calle se ha vuelto un riesgo. Eso ha obligado a la gente a recurrir al alambre de púas para resguardar sus casas de los ladrones y a cargar con celulares de segunda para no entregar el principal a los asaltantes.

En algunos casos se han dado esfuerzos ciudadanos para contrarrestar la acción de los criminales: mantas con advertencias de lo que pasará a los rateros si son atrapados o incluso la formación de grupos de autodefensa que suelen derivar en la comisión de actos delictivos.

Cuando los políticos se ocupan de este tema es para justificarse o para atacar al partido rival. No veo en ellos una verdadera empatía con el sufrimiento de la población. Total, ellos tienen guaruras que los protejan.

Yo estoy convencido de que la gente comenzará a exigir de más en más que los políticos atiendan esta problemática. Y si me equivoco y no lo hace, será porque se ha convencido de que los políticos no sirven para nada. En cualquiera de esos casos, los partidos debieran convertir esta problemática en el eje central de su oferta.

Hace unos días, argumenté en este espacio que la pérdida del sentido de autoridad está dando al traste con la vida comunitaria del país.

El crimen organizado está suplantando al gobierno en muchas regiones y sometiendo a los ciudadanos a sus intereses a través de la dádiva y la amenaza.

La expresión más reciente de esta pesadilla se da en las regiones en las que se ha multiplicado el robo de combustibles, donde ha explotado la comisión de más delitos: el tráfico de drogas, el secuestro y la extorsión, entre otros.

Ante ello, insisto, los aspirantes presidenciales se han hecho de oídos sordos. En parte, me parece, por la presencia de un discurso políticamente correcto que equipara la aplicación de la ley con la represión.

A juzgar por las expresiones de apoyo a las Fuerzas Armadas que se han dado a raíz de la emboscada a soldados el 3 de mayo en Puebla, hay espacio para darle la vuelta a esa visión equivocada.

Hay mucha gente convencida de que México necesita de la plena vigencia del Estado de derecho. Gente que no se ha visto representada por los partidos políticos.

El candidato o candidata que en 2018 ofrezca una ruta clara para restablecer el orden en el país, tendrá la atención de millones de ciudadanos. Información Excelsior.com.mx

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