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Maquinaria mexiquense

Pascal Beltrán del Rio

Es verdad, el oficialismo está viviendo un mal momento en la opinión pública nacional.

El presidente Enrique Peña Nieto tiene un porcentaje de aprobación cercano a 15% y, en muchas de las encuestas sobre preferencia electoral hacia 2018, el PRI y sus aspirantes presidenciales llegan a aparecer en tercer lugar.

Sin embargo, no deje que esos datos lo engañen respecto de la elección de gobernador en el Estado de México que tendrá lugar el 4 de junio.

En esa entidad, el oficialismo tiene una verdadera maquinaria electoral. Junto con la de Hidalgo, es la más disciplinada en todo el país.

Por si fuera poco, el PRI acaba de salirse con la suya al evitar que la oposición le presente un frente unido en los comicios, al tiempo que él sí logró conformar una coalición de cuatro partidos. En Hidalgo pasó lo mismo el año pasado.

Para ello, sólo falta que se formalice la ruptura de la única otra alianza que hay en el Estado de México, la del PRD y el PT. La separación ya fue anticipada por ese último partido bajo el pretexto de que PRD y PT no pueden derrotar juntos al PRI y más vale ir separados a la elección.

Así que el oficialismo tiene la mesa puesta para retener la gubernatura.

Al analizar las cifras electorales de los últimos 30 años, tanto de comicios locales como federales, el PRI sólo ha estado una vez por debajo del umbral del millón de votos en la entidad.

En las elecciones locales de 1990, cuando se renovaron el Congreso estatal y los ayuntamientos, el partido tricolor apenas superó los 800 mil votos, aunque se quedó con 56% del total.

En cuanto a porcentaje, el PRI tocó su piso en 2006 y 2009 —también su peor momento a nivel nacional—, cuando obtuvo 31% de los sufragios.

La última vez que hubo elecciones en el Estado de México, las federales intermedias de 2015, el Revolucionario Institucional sacó 1.6 millones de votos, contra 860 mil del PAN, que quedó segundo.

Y aunque su porcentaje llegó apenas a 32%, fue del doble del que obtuvieron los panistas.

La atomización del voto en el Estado de México parece servir muy bien al PRI. En 2015, casi 3.5 millones de sufragios se repartieron entre nueve fuerzas políticas distintas del tricolor.

Se trata —al menos, en el papel— de un escenario parecido al que el oficialismo enfrentará dentro de cuatro meses. Con la ventaja de que su candidato a gobernador, el priista Alfredo del Mazo, sumará los votos que obtengan los partidos aliados: el Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social.

En 2015, esos tres partidos cosecharon por su cuenta 612 mil votos en el Estado de México, más de lo que se llevó Morena y poco menos de los del PRD, que quedó en tercer lugar en el estado.

Aquella elección de hace casi dos años también rompió con el paradigma de que la alta participación en las urnas conviene a la oposición y que el abstencionismo beneficia al PRI.

En el distrito local número 1, con cabecera en Jilotepec, la participación fue de 65.22% y el PRI obtuvo 41.54% de los votos. En cambio, en el distrito número 25, con cabecera en Chimalhuacán, la participación fue de sólo 31.99% y la votación a favor del PRI fue de 36.72 por ciento.

Cuestionado sobre si la candidatura de Alfredo del Mazo representa un lastre para el PRI, dado su parentesco con el presidente Peña Nieto, un funcionario federal, que habló a condición de no ser citado, me dijo esta semana que no lo creía.

“No hay lugar en el estado donde no haya una calle o una colonia que se llame Alfredo del Mazo, ya sea por el padre o el abuelo del candidato”, me comentó. “El apellido sigue siendo un plus en la entidad. Al menos, el candidato no tendrá que batallar con el posicionamiento electoral de su nombre. Además, hay que agregar que todos los demás aspirantes priistas se han disciplinado”.

A diferencia de estados como Quintana Roo, donde el PRI tuvo que enfrentar el año pasado una división interna, así como una coalición de oposición que llevó como candidato a uno de los suyos y a un gobernador impopular, en el Estado de México tiene la calle planchada y la maquinaria lista.

Sólo deberá esperar que no se le desviele.

Fuente. Excelsior.com.mx

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