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No se le puede creer a doña Ning

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En una carta fechada el 22 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador le solicitó al presidente chino Xi Jinping ayuda para “controlar los envíos de fentanilo que puedan remitirse de China a nuestro país”.

El jueves de la semana pasada, la Subdirectora del Departamento de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning, desmintió a AMLO diciendo que “…China no ha sido notificada por México sobre la incautación de precursores de fentanilo catalogados de China”.

Ese mismo día, el portavoz adjunto del Departamento de Estado de Estados Unidos, Vedant Patel, desmintió a la funcionaria china al asegurar que “los precursores de fentanilo se originan en China y otras partes del mundo”.

¿A quién debemos creerle? ¿A la china o al estadounidense?

No a la funcionaria china si tomamos en cuenta la manera en que desde hace décadas su gobierno no ha hecho gran cosa para detener la producción y exportación de miles de productos falsificados y pirateados, entre ellos calzado, ropa, artículos de cuero, equipos eléctricos, relojes, equipos médicos, perfumes, juguetes, joyas, productos farmacéuticos y hasta guitarras de marca y materiales de construcción.

Un reporte de la OCDE de marzo de 2019 anota que 75% del valor de las mercancías falsificadas y pirateadas en todo el mundo provienen de China y Hong Kong.

También de acuerdo a la OCDE, este año el valor total de los productos falsificados y pirateados será de aproximadamente 3 billones de dólares que equivalen a casi 54.4 billones de pesos o a 8.6 veces el presupuesto de este año del gobierno federal. Esto significa que estos productos le aportarán unos 2.25 billones de dólares o 40.8 billones de pesos a la economía china.

Solo faltaría que la señora Mao afirmara que “no existe el tráfico ilegal de productos falsificados y pirateados desde China y el resto del mundo”.

De acuerdo con el Departamento de Justicia de EEUU, en China hay unos 5000 sitios en donde se fabrican el fentanilo o los componentes o precursores necesarios para fabricarla. De puertos chinos o desde Hong Kong son enviados en barcos mercantes a puertos mexicanos, sobre todo Manzanillo, Colima y Lázaro Cárdenas, Michoacán. Además, de acuerdo con un reporte de la cadena británica BBC, el Ejército y la Guardia Nacional “han detectado el arribo de cargamentos en aeropuertos internacionales como Culiacán, Manzanillo o Ciudad de México”.

Poderoso caballero es don dinero y tanto los fabricantes chinos de fentanilo y sus precursores como los traficantes mexicanos, especialmente los de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, están haciendo negocios fabulosos.

Esta es la dimensión del negocio: a los traficantes les cuesta 30 000 dólares un kilo de fentanilo importado de China, el cual luego venden en hasta en 32 millones de dólares.

El fentanilo deja tanto dinero que es lógico suponer que los fabricantes y los traficantes dedican cuantiosos recursos para sobornar a funcionarios de México y EEUU de todos los niveles con el fin de realizar su gran negocio. Y mientras haya tanto dinero en juego poco podrán hacer para parar el tráfico las autoridades de ambos países por más que se reúnan para buscar soluciones al problema.

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Información Radio Fórmula

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