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Terminó la escuela de milagro

Por Adrián Rueda

Al defender el esquema de becas para estudiantes, y decir que sin una de ellas él no hubiera podido estudiar, el Presidente revivió sin querer un viejo tema que lo ha perseguido en su vida posuniversitaria.

“De puro milagro acabé la escuela”, dijo en su mañanera, tras recordar que cuando llegó a la capital tuvo que vivir en la Casa del Estudiante Tabasqueño, donde cohabitaba con 80 estudiantes, que compartían costales de pan y paquetes de carne que parecía de caballo.

A todo mundo le quedó claro que el tabasqueño estaba defendiendo su programa de becas estudiantiles, y que expuso su propio caso para exaltar que es producto de la cultura del esfuerzo, y que gracias a ese tipo de apoyos llegó a ser Presidente. De este modo criticó a quienes han sugerido que esos apoyos se entregan sin seguimiento o exigencia a los beneficiarios, y que las becas en sí no garantizan una buena calidad educativa.

Fustigó a quienes no apoyan sus programas, pero al decir que “de puro milagro terminé la escuela”, entre sus enemigos revivió la historia de su paso por la UNAM. El dato de que tardó 14 años en cursar la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública, que inició en 1973 bajo el número de cuenta 073702465, y concluyó antes de que Carlos Salinas de Gortari asumiera la Presidencia de México, no es nuevo.

Pero “dicho con todo respeto” —muletilla que el tabasqueño acostumbra—, tras echarle un ojo a detalle a su historial académico, en el documento público abundan calificaciones como NA (no acreditada), NP (no presentada) y S (suficiente). No se trata de exhibir a nadie, sino de echarle un vistazo a la radiografía de alguien que cursó una carrera en la UNAM.

Si bien es cierto que no es requisito haber sido una lumbrera en las aulas para ser un buen profesionista, sí se pueden observar afinidades y fobias de ciertas materias en particular. Por ejemplo, Economía fue uno de sus cocos, al grado que tuvo que acreditarla en exámenes extraordinarios, aunque probablemente después aprendió del tema, muy recurrente en sus mañaneras.

Contra viento y marea, el Presidente toma decisiones en materia económica, y no se deja intimidar ni por calificadoras internacionales, analistas financieros o economistas, que constantemente presentan otros datos.

Para el Presidente el país va muy bien; el empleo en franca recuperación y el crecimiento económico está a la vuelta de la esquina. Por eso a lo mejor no importa ahora que lo más que obtuvo como estudiante en materias como Economía o Procesamiento de Datos fue una S, y en otras como Partidos Políticos y Grupos de Presión haya sacado MB.

Cierto que tardó 14 años en completar un plan de estudios de 35 materias —16 de ellas las pasó en extraordinarios—, y que su promedio final fue de 7.54, pero eso es parte de su vida estudiantil.

En sus mañaneras él mismo ha dicho que las maestrías o doctorados no garantizan buenos gobernantes.

Aunque su historial comprueba que no siempre las becas producen buenos estudiantes, como aseguran sus críticos, también está claro que el no haber sido un alumno brillante le hubiera impedimento ser, primero jefe de Gobierno, y ahora Presidente de la República.

Como quiera, era innecesaria la frase: “con trabajos terminé la escuela”.

CENTAVITOS

Por cierto, y en contraste, Claudia Sheinbaum fue una estudiante de excelencia en la UNAM y, además de ser jefa de Gobierno, es una investigadora muy reconocida. ¿Pero eso garantiza que sea buena gobernante? Información Excelsior.com.mx

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