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Un fenómeno llamado Andrés Manuel

Por Francisco Garfias

Dice el legendario expresidente uruguayo José Mujica que “el poder no cambia a las personas, sólo revela quienes verdaderamente son”. Estas palabras sabias, incontrovertibles, me llevaron a reflexionar quién es AMLO y a tratar de entender su forma de gobernar.

Las decisiones que ha tomado, desde que llegó al poder, algunas veces rayan en lo autoritario —con disfraz de consultas populares—, otras en lo necio. En alguna se ha mostrado vulnerable al chantaje de sus aliados, como en el caso de la CNTE y sus bloqueos ferroviarios en Michoacán, que premió con mil millones de pesos y prestaciones.

El NAIM y los miles de millones de pesos literalmente tirados a la basura ilustran que es un hombre de ideas sólidas; la estrategia de cierre de los ductos para combatir el huachicol y el desabasto de combustibles que provocó, también, la compra de pipas sin licitación, el retiro de recursos al programa de estancias infantiles en apoyo a las madres trabajadoras, su amnistía a corruptos antes de la Cuarta Transformación; el cese de hostilidades ofrecido a los capos…

Sería estúpido dudar que el Presidente de la República es un hombre sencillo, austero, perseverante. Su popularidad rivaliza con la de el Papa en un país mayoritariamente católico y pobre. Nada le hace mella. Hasta sus errores los aplaude el respetable. Es un fenómeno impresionante. Las encuestas lo corroboran. La última de El Financiero le da más de ocho a dos.
Lleva un estilo de vida modesto. Ni grandes mansiones ni los lujosos automóviles para transportarse. Un Tsuru como jefe de Gobierno capitalino (el que manejaba Nico.) Un Jetta blanco como Presidente de la República. A veces lo suben a las camionetas Suburban del desaparecido Estado Mayor, por cuestiones de seguridad.

No hay duda que ha preferido actuar para el “pueblo bueno”; empatar sus acciones de gobierno con una frase que para él es religión: “por el bien de todos, primero los pobres”.

Y no se queda en el discurso: duplicó la pensión a los viejitos, incorporó a los discapacitados, a las madres solteras; hay becas para 300 mil estudiantes, recursos para apoyar a los ninis. Causas nobles, de izquierda. Donde sí no podemos estar de acuerdo es en el dinero que se dará a los habitantes de 91 municipios que vivan cerca de los ductos de Pemex. Eso es premiar por no robar combustibles.

¿Asistencialismo? ¿Clientelas electorales?

Nadie sabe en cuánto tiempo empezarán las presiones de gasto. AMLO dice que basta la austeridad, los recortes de la alta burocracia y el combate a la corrupción para tener recursos de sobra. Pero los que saben se dan cuenta que no es suficiente y vaticinan que pronto vendrán las dificultades. Lo reconocen en corto.

AMLO hace mal en alimentar esa maniquea visión que tiene de la sociedad mexicana: los fifís, los conservadores, los ambiciosos, la burocracia dorada y obesa, los adinerados “rapaces” son los malos en la película “primero los pobres”.

Los que nada tienen, los desfavorecidos, los olvidados, esos son los buenos, los que merecen su atención, los que son su prioridad.

Caminamos hacia un México desunido.

La llaman La rebelde. El mote se lo ganó entre sus compañeros morenos por oponerse a la decisión del presidente López Obrador de quitarle dinero público al Programa de Estancias Infantiles en apoyo a las madres trabajadoras. Hablamos de la diputada de ese partido, Lorena Villavicencio.
Es la única en Morena que se ha atrevido a cuestionar públicamente esa decisión del Jefe del Ejecutivo de retirarles el recurso a las estancias por supuestos actos de corrupción.

Villavicencio andaba ayer sacada de onda. Fue a la reunión de los diputados de su bancada con la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores. Tenía muchos cuestionamientos que hacerle a la funcionaria sobre el futuro de los 300 mil niños que iban a esas estancias infantiles. No hubo preguntas.

Ella quería datos concretos sobre las “irregularidades” cometidas en las estancias que sirvió de argumento para dejarlas sin el recurso. Cuáles y dónde. De qué manera van a supervisar el uso de los mil 600 pesos bimestrales que van a dar a los padres para que ellos decidan donde llevan a sus hijas e hijos.

“¿Cómo supervisamos? ¿Cómo?”, preguntaba al aire.

La inconformidad por la decisión de AMLO crece como bola de nieve. Profesoras de las estancias se movilizaron ayer al interior del Palacio Legislativo. Llevaban pancartas que sólo decían Estancias Infantiles. Eso bastaba para entender de qué se trataba. PRI y PAN y PRD ya se subieron al tema.

Manuel Bartlett no hizo bien la tarea en la mañanera del lunes. Utilizó datos equivocados al señalar a nueve exfuncionarios de alto nivel que, según él, actuaron en detrimento de la CFE que él dirige. El error dio lugar a que uno de los aludidos, Jesús Reyes Heroles González Garza, lo deja mal parado en una carta aclaratoria y le advierte que se reserva el derecho a presentar la demanda correspondiente.
De entrada, dijo que no fue director de Pemex ni secretario de Energía con Carlos Salinas de Gortari, como afirmó el director general de la CFE. Extraño error. Bartlett fue secretario de Educación en ese sexenio. Reyes Heroles aclaró que fue secretario de Energía con Zedillo y director de Pemex con Felipe Calderón.

Dejó el servicio público hace casi una década y durante casi un año no realizó actividad profesional alguna relacionada con el sector energético, en cumplimiento del artículo 9 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los servidores Públicos vigente entonces.

“No existe conflicto de interés entre mis actividades profesionales desde entonces. Siempre me he desempeñado bajo los principios éticos más rigurosos”, puntualizó. Información Excelsior.com.mx

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