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A 40 años del gran viraje chino

Por Enrique Villarreal Ramos

El martes 18 de diciembre el presidente de China, Xi Jinping, celebró 40 años de las reformas económicas que catapultaron a su país como potencia mundial. Ello implica festinar que, con los cambios iniciados por Deng Xiaoping, se logró sepultar la “década catastrófica”, según caracterizó el Partido Comunista a la revolución cultural.

Cuando Mao murió, en 1976, China era una nación tercermundista (representaba el 1.7% de la economía mundial) y sufría el shock totalitario de la revolución cultural. Ésta inició simbólicamente el 26 de diciembre de 1966, cuando el líder chino en su cumpleaños 73 brindó “¡por el nacimiento de una guerra civil por todo el país!”. Mao buscó combatir el revisionismo capitalista, restaurar la ortodoxia comunista y, sobre todo, deshacerse de sus poderosos enemigos políticos, especialmente Liu Shaoqi, jefe de Estado y Deng Xiaoping, secretario general del PC, y realizar una masiva purga de dirigentes, militantes e intelectuales “burgueses”. Se llevó a cabo una campaña de masas, integrada por guardias rojos y comités populares de estudiantes, obreros, campesinos y soldados, que fueron movilizados contra los “derechistas”. Mao reafirmó su autoridad absoluta y el control total sobre el Estado, si bien a costa de una violenta y caótica polarización, con terribles consecuencias: dos millones de muertos, una sociedad confrontada, una economía devastada, grandes hambrunas, campos de concentración y patrimonio cultural destruido.

Después de la muerte del “gran timonel”, Deng Xiaoping se hizo del poder (se impuso sobre Hua Guofeng y la “Banda de los Cuatro”), y emprendió la modernización de China, con base en un pragmatismo, cicatrizador de heridas y reconciliador con la tradición, sin perder su carácter autoritario. Las reformas tuvieron como ejes la liberalización económica (comercio e inversiones) y la apertura con el exterior (terminar con el milenario aislamiento), y se plantearon el objetivo de las “cuatro modernizaciones”: agricultura, industria, ciencia y tecnología y defensa nacional. En el sector agrícola, el gran cambio fue que los campesinos dejaron de ser comuneros, y convirtieron en propietarios privados; en el industrial, se dio apertura al sector privado nacional y se incentivó la inversión extranjera (se abrieron zonas económicas especiales en el sur), libertad para fijar salarios, contratar y despedir trabajadores; la ciencia y la tecnología se impulsaron con programas de formación en el extranjero, y la obtención de financiamiento de organismos internacionales; y se fortaleció al ejército. También fue relevante la Ley del Hijo Único para el control demográfico. En los noventa, se profundizaron las reformas económicas, y el sector privado se convirtió en el motor del desarrollo. En el 2001, China ingresó a la OMC, y para 2008 cumplió tres décadas con un crecimiento anual de 10%, y representaba 11% del PIB planetario.

Actualmente, China tiene un PIB per cápita de 8 mil dólares (217 en el 78), salieron de la pobreza 740 millones, es la segunda economía mundial, aporta el 30% al crecimiento económico global, el mayor exportador manufacturero, y el adalid del libre comercio y la globalización. Con el Plan “Hecho en China 2025”, se planea erigirse en vanguardia de la innovación tecnológica internacional, siin embargo, China está enfrascada en una guerra comercial con Estados Unidos (que ya impacta en la baja de su crecimiento), y las tendencias autocráticas de Xi Jinping incrementarán las presiones para la “quinta modernización”, la democracia demandada por Wei Jingsheng, en 1978. Información Excelsior.com.mx

ENTRETELONES

México, traspatio migrante de EU.

            Twitter: @evillarrealr

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