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Amnistía, ruta corta a la impunidad

Por Jorge Fernández Menéndez

Si bien el tema que abrió el debate presidencial del domingo pasado fue el de la seguridad, ninguno de los candidatos, mucho menos el puntero, Andrés Manuel López Obrador dio una respuesta, una propuesta clara sobre el tema. Lo del candidato de Morena, con su propuesta de amnistía para los narcotraficantes como eje articulador de su propuesta de seguridad es, simplemente, una barbaridad: una propuesta que no tiene ni pies ni cabeza y que el propio Andrés Manuel, al decir que después de la elección conformará una comisión, a la que invitará nada menos que al papa Francisco, para analizar qué se puede hacer con la amnistía a los criminales, le terminó de quitar la poca seriedad que ya tenía.

El candidato de Morena ha jugado con fuego en el tema de la seguridad desde hace años. Sencillamente no comprende de qué se trata, no tiene especialistas serios en el tema (que proponga como responsable de la seguridad pública a Alfonso Durazo, sin la menor experiencia en ese ámbito, lo demuestra) y como en muchas otras cosas cree, y quiere hacer creer, que con llegar él al poder se resolverán las cosas.

Apoyó al obispo de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, cuando éste dijo que había llegado a un acuerdo con los narcos de la región para evitar la violencia en periodo electoral. Dos días después del supuesto acuerdo, al obispo le mataron al secretario de seguridad pública del municipio y le arrojaron, como respuesta, cinco cadáveres descuartizados en la carretera. Tuvo toda la razón Margarita Zavala cuando le dijo a López Obrador que no criminalizara la pobreza, porque todos esos narcos que se pretende amnistiar nadan en dinero mal habido. Y viven, exclusivamente de la violencia.

Dos casos en las últimas horas demuestran el grado de perversión e incluso maldad que tienen estos personajes. Los tres jóvenes estudiantes de cine de Guadalajara fueron secuestrados, torturados y sus cuerpos disueltos en ácido, según se puso de manifiesto ayer luego de la detención de dos de los sicarios implicados. Los jóvenes no eran narcos, no tenían nada que ver con el negocio criminal y su pecado fue estar trabajando para una tarea universitaria en una casa de la tía de uno de ellos que, alguna vez, por la razón que sea, le había rentado la casa en la que los jóvenes trabajaron, a personajes de un cártel rival del Jalisco Nueva Generación. Desde que llegaron a esa casa los jóvenes fueron vigilados por los sicarios y cuando se iban fueron secuestrados y más tarde asesinados. Los sicarios dicen que, como estaban en esa casa, decidieron acabar con ellos y disolver, para esconder el crimen, los cuerpos en ácido.

En Tijuana fue detenido el sicario responsable del asesinato del periodista sinaloense de RiodoceJavier Valdez. Según lo presentado por las autoridades, el detonante del crimen fue que se había publicado una entrevista con DámasoLópezEl Lic, uno de los narcos que se estaban peleando la sucesión en el Cártel de Sinaloa con los hijos de El Chapo. El propio Javier, uno de los reporteros más avezados en el manejo de la información de los cárteles de su tierra, opinó antes de morir que se habían equivocado, en medio de la disputa de los dos grupos por la sucesión, en publicar una entrevista con uno de los antagonistas. Ahora se preguntan por qué lo mataron, pero la respuesta la había dado Javier: ya se habían involucrado en la disputa entre los cárteles. ¿Por qué lo mató la gente de Dámaso si les había dado la entrevista? Dos respuestas fáciles: porque Dámasodespués de la entrevista fue detenido y pueden haber pensado en alguna delación, o más sencillo que eso, porque matándolo le podían cargar el crimen a sus rivales, los hijos de El Chapo. Es el ABC del modo de operación criminal. Lo importante es que la vida de Valdez no les importó en absoluto, su muerte, simplemente, como otras miles, era un instrumento más para presionar rivales, autoridades o medios. El crimen en sí mismo no importaba.

Ésa es la realidad de la violencia del narcotráfico que estamos viviendo y en ella la vida no vale nada. Se ha desarrollado una cultura de la muerte y la violencia que supera todo lo imaginable. Hace un par de semanas, fue asesinada una joven candidata del Partido Verde en Michoacán. Horas después se descubrió que la mató la mujer que ella misma contrató para matar a la actual pareja de su exnovio. Le iba a pagar diez mil pesos, no se pusieron de acuerdo en el pago y la asesina decidió matar entonces a quien la había contratado.

Si queremos que la vida y la muerte tengan algún sentido, no puede haber una amnistía ni se puede seguir jugando con el tema de la seguridad. ¿Se puede revertir la actual situación? Sí se puede, pero se necesitan esfuerzos políticos, sociales, económicos y verdaderos especialistas en seguridad que operen un sistema nacional integral. Se necesita un enfoque social, pero también crear y consolidar instituciones, tomar medidas complejas que se alejan de cualquier simplificación y se necesita, para empezar, en eso tuvo toda la razón José AntonioMeade en el debate, acabar con la impunidad. Y perdón y muy humildemente, la amnistía es la ruta corta a la impunidad. Información Excelsior.com.mx

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