viernes , abril 19 2024
Home / Opinión / Arrogancia

Arrogancia

Por Pascal Beltrán del Río

El diccionario de la Real Academia se sirve de varios adjetivos para definir la palabra arrogante: altanero, soberbio, valiente, alentado, brioso y gallardo.

Su etimología es arrogans, que en latín significa insolente, déspota, engreído, presuntuoso. Dicho adjetivo se deriva del sustantivo arrogantia o adrogantia, que quiere decir altivez.

No sé en cuál de todas estas acepciones habrá pensado ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando dijo que, pese a haber sido invitados, el ministro presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, y el fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, no asistieron al acto en el que él pronunciaba el mensaje relativo a su Segundo Informe.

“Miren cómo han cambiado las cosas”, dijo el Ejecutivo. “Invité al fiscal General de la República y al presidente de la Suprema Corte de Justicia y no pudieron asistir. En otros tiempos eso no pasaba, porque ellos tienen la arrogancia de sentirse libres; éste es el cambio, ésta es la transformación”.

Más que cualquier otra parte de su discurso de 4 mil 38 palabras, ese pasaje me llamó la atención. ¿Por qué habrá usado el Presidente la palabra arrogancia para hablar de la ausencia de Gertz y Zaldívar en Palacio Nacional? ¿Por qué habrá reparado en que no estaba presente el ministro presidente de la Corte, cabeza del Poder Judicial, pero no mencionó que no había nadie en representación de la Cámara de Diputados, mitad del Poder Legislativo?

Se supo que a San Lázaro no llegó una invitación de la Presidencia de la República para el acto de ayer. Quizá esto se deba a la incertidumbre que ya rondaba la renovación de la Mesa Directiva de la Cámara baja.

Aun así, no pongo en duda lo dicho por el Presidente en el sentido de que Gertz y Zaldívar sí fueron convocados. Me queda claro que ambos son hombres muy ocupados, pero no tanto como para no hacer un ajuste en sus agendas si se los pide el Presidente.

La conclusión es que decidieron no ir. No sé si se hayan puesto de acuerdo para ello, aunque lo dudo, porque Gertz y Zaldívar están enfrentados a raíz de la propuesta de reforma al Poder Judicial. Quizá ambos hayan calculado, cada quien por su lado, que ganaban más no yendo.

La Fiscalía General de la República y la Suprema Corte de Justicia tienen en sus manos asuntos que interesan al presidente López Obrador.

La primera tendrá que resolver qué cargos imputa o no imputa a Emilio Lozoya y a las personas señaladas por el exdirector de Pemex y qué hacer con las denuncias que han llegado a raíz de la divulgación de los videos en los que se ve a Pío López Obrador recibiendo sobres con dinero.

La segunda está revisando legislaciones impulsadas por el gobierno federal que han dado lugar a amparos, acciones de constitucionalidad y controversias constitucionales, como la Ley Nacional de Extinción de Dominio y la Ley de Remuneración de los Servidores Públicos.

Por ello, quizá también sirva al propio Presidente que no se genere una impresión de complicidad o demasiada cercanía con una u otra, o, peor aún, de supremacía del Ejecutivo.

Lo que me deja perplejo es lo de “la arrogancia de sentirse libres”. ¿Qué quiso decir por libertad? ¿Acaso que en el México de la 4T cada quien ve para su santo y han dejado de existir la urbanidad y la colaboración?

¿Y arrogancia? En ningún sentido puede ser usada esa palabra como elogio. Nadie quiere juntarse con un arrogante. Otra cosa hubiera sido si el Presidente hubiese hablado del “privilegio de sentirse libres”. Pero si salió como salió fue por algo.

Dicho eso, donde sí hay una evidente arrogancia es en el tono jactancioso del mensaje. Decir que México tiene antídotos “únicos” para los efectos de la pandemia o que cuenta con “el mejor gobierno”, resulta de una soberbia pocas veces escuchada en la política mexicana, donde se suele recurrir a la falsa modestia a la hora de presumir.

Fuera de eso, el discurso se caracterizó por la fatigosa reiteración de propósitos e ideales. Fue una suerte de mañanera abreviada –apenas duró 45 minutos–, en la que el orador leyó su mensaje tan de corrido que no dio oportunidad ni al aplauso de cortesía. Y tan no fue informe que nos quedamos sin una mínima explicación sobre el plumazo que hizo desaparecer ocho subsecretarías.Información Excelsior.com.mx

Compartir en:

Check Also

Cuando la ley electoral se reforma para acabar con la democracia

Por Pascal Beltrán del Río En un lapso de cuatro años, desde su Marcha sobre …

Deja un comentario