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El segundo sobre

Por Pascal Beltrán del Rio

Hace una semana, en esta Bitácora, recordé el viejo cuento de un presidente a quien su predecesor le dejó tres sobres en el escritorio.

En el primero –que tenía instrucciones para que el sucesor lo abriere en el momento de enfrentar su primera crisis–, lo conminaba a echarle a él la culpa de todo.

Más allá de cuentos, eso es lo que ha hecho reiteradamente el presidente Andrés Manuel López Obrador en sus primeros meses de gobierno: alegar que le dejaron el país hecho un tiradero y que le tomará tiempo levantarlo.

El segundo sobre de la historia aconsejaba al sucesor reorganizar su equipo. La semana pasada, obligado por la renuncia de Germán Martínez a la Dirección General del IMSS, debió poner en su lugar al hasta entonces subsecretario de Gobernación –y hombre de todas sus confianzas–, Zoé Robledo.

Y este fin de semana, ante la denuncia de un pasajero, que se quejó de que, “por instrucción presidencial”, un avión de Aeroméxico debió esperar a la secretaria de Medio Ambiente del gobierno federal, Josefa González Blanco, quien venía retrasada y pidió a la aerolínea que la aguardaran, López Obrador procedió a hacer otro movimiento.

De gira por Querétaro, donde entregó beneficios sociales, el Presidente dijo que supo del incidente del vuelo 198 por la propia González Blanco y que su repuesta fue pedirle que renunciara. En buen español, la despidió.

“Yo le recomendé que era lo mejor para ella y para todos”, relató López Obrador. “Por encima de intereses personales, de intereses de grupo, está el interés general, el interés de la nación”.

Como aquel presidente imaginario, López Obrador parece ya haber abierto el segundo sobre y haber comenzado a reorganizar a su equipo para hacer frente a fallas y desaguisados, que han tenido un costo para su gobierno en términos de apoyo ciudadano.

La secretaria González Blanco dijo en redes sociales que se dirigía a Mexicali en una comisión oficial. Sin embargo, no queda claro el propósito del viaje. Reporteros locales aseguran que ni había actos públicos programados en los que se avisara de su presencia ni se supo qué hizo en la ciudad fronteriza. Sólo se conoció que sus colaboradores habían tratado de arreglar una reunión con el candidato oficialista a la gubernatura de Baja California, Jaime Bonilla Valdez.

Hasta antes de la renuncia de Germán Martínez –renuncia, esa sí– y el despido de Josefa González Blanco, López Obrador había permitido a sus colaboradores cometer errores garrafales, como el de la secretaria de Cultura, quien autorizó un acto religioso en el Palacio de Bellas Artes, e incluso actuar de forma prepotente, como ha sucedido repetidamente con el titular de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú. Sin embargo, desde la semana pasada, el Presidente parece haber caído en cuenta de que no puede ser el pararrayos de su propio gabinete.

Buscapiés

RComo digo arriba, hasta ahora no se sabe a qué iba a Mexicali la secretaria González Blanco, pero el incidente en el avión de Aeroméxico pone de relieve la conveniencia de que los funcionarios del gobierno cuenten con un avión oficial para atender asuntos de su encargo.

REs muy probable que hasta antes del despido de la titular de Semarnat, la mayoría de los mexicanos ni se acordara de ella. En todo caso, no había aparecido en las discusiones sobre el impacto ambiental de la proyectada refinería de Dos Bocas ni con motivo de los incendios forestales que han afectado al país. Información Excelsior.com.mx

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