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Inexistente congruencia

Por Enrique Aranda

Es verdad que salvo en el caso de honrosas excepciones —el extinto Carlos Abascal Carranza, una de ellas— ni la consistencia en el discurso, ni la congruencia entre su decir y su actuar han sido nunca características a destacar en los políticos mexicanos, en un altísimo número de ellos al menos, como sí lo son el inmoral trueque de posturas doctrinales y/o ideológicas, el tránsito entre fuerzas políticas disidentes, la compra-venta de apoyos o, peor, la mentira y el cinismo como argumentos para programas de ocasión.

Lo anterior viene a cuento porque a la vista el decreto expedido por Andrés Manuel López Obrador el lunes para, con el pretexto de la crisis sanitaria y económica producto del COVID-19, oficializar la presencia y participación de las Fuerzas Armadas en tareas propias de cuerpos de seguridad pública hasta el cierre de su gestión parece no sólo deseable, sino imprescindible saber dónde es que quedaron los encendidos pregones “antimilitaristas” que en el Congreso gustaba pronunciar el otrora “culpable del peor fraude electoral de la historia moderna”, padre ejemplar ahora y formador de exitosos hijos “emprendedores” Manuel Bartlett Díaz o, incluso, los incendiarios discursos y proclamas para anunciar el retorno de los soldados (y marinos se entiende) a los cuarteles apenas asumiera como Presidente, caracterizaron la campaña del tabasqueño…

¿Dónde quedaron sus dichos y reclamos a autoridades en turno?, ¿dónde la oferta de regresar la facultad del mantenimiento de la seguridad pública a cuerpos controlados por los civiles?, ¿dónde? ¿O es que, como se especuló desde un primer momento, la decisión responde a la obvia incapacidad de la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Pública, a cargo de Alfonso Durazo Montaño, para contener al menos el embate del crimen organizado que, vale insistir, convirtió ya a México en nación prototípica en inseguridad y los tiempos actuales en los más violentos en décadas? Son preguntas que reclaman una respuesta oficial, si no es que se quiere continuar abonando al descrédito del régimen de la 4T y la creciente incertidumbre social.

Es verdad que el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea gozan de un amplio reconocimiento y credibilidad a nivel social y que su eventual participación en la seguridad pública podría arrojar resultados hasta hoy inexistentes en el combate a la delincuencia; sin embargo no justificaría su “uso” por parte de un poder civil “emproblemado” en busca de otros propósitos.

ASTERISCOS

* Qué tan grave estarán los temas de confianza y credibilidad al interior del sector público que hasta personajes como el impresentable poblano Luis Miguel Barbosa, moreno ahora, duda que como dicen las autoridades federales, el confinamiento pudiera (comenzar a) levantarse el 1º de junio. “No hablan claro; se niegan a hablar con la verdad”, sentenció.

* Ahora sí que “de risa loca…”, por no decir algo peor, el actuar del cada vez más cuestionado Hugo López-Gatell que, amén de tener que soportar los insultos de ya sabemos quién contra los médicos, él lo es, debió callar al ver que en la queja que la Asociación Mexicana de Infectología y Microbiología Clínica dirigió al tabasqueño, se le incluyó como vocal de la misma que es…

Veámonos el viernes, con otro asunto De Naturaleza Política. Información Excelsior.com.mx

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