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Morena, el (no) partido…

Por Enrique Aranda

Más de una ocasión en los últimos meses, en pláticas “en corto” con sus más cercanos en la privacidad del despacho presidencial, Andrés Manuel López Obrador ha externado su preocupación ante la cada vez más evidente incapacidad de Morena, el partido que él mismo diseñó y ayudó a construir, para acompañarle en el diseño y adecuada implementación de las políticas del gobierno que encabeza y, más, su temor de que el proceso detonado con su arribo a Palacio Nacional pudiera verse interrumpido por la inexistencia o inoperancia de aquél.

A partir de su unción, pero más aún tras la pública confrontación que, en defensa de intereses y posiciones personalísimas enfrentó a integrantes de su bancada en el Senado o, más recientemente, los inocultables “jaloneos y golpes bajos…” que un día sí y el otro también intercambian quienes aspiran a permanecer o a hacerse con el control del Movimiento Regeneración Nacional, el partido-gobierno es más un motivo de preocupación y desvelo para el tabasqueño que una alternativa de apoyo y/o ayuda en momentos (políticos) específicos.

El diagnóstico es claro: ¡Morena no es en forma alguna un partido político! Es, sí, un movimiento aglutinado en torno de un liderazgo unipersonal que creció al calor de una campaña ganadora, pero no, hasta ahora al menos, una fuerza con una propuesta doctrinal o ideológica unitaria y clara, con liderazgos fuertes e intereses-visiones comunes y, menos aún, una organización capaz de darse una estructura propia que le garantice estabilidad, capacidad de operación, unidad orgánica y más, permanencia en el tiempo.

Es por esto último que el propio López Obrador ha debido dejar su intencionada posición de “lejanía” respecto de Morena para asumirse como el gurú del mismo que es y, a distancia si se quiere, marcar línea y el rumbo a seguir, tanto en el procesamiento de iniciativas promovidas ante el Legislativo, que, incluso, en la definición del método a través del cual su (no)partido deberá elegir una nueva dirigencia en noviembre.

Ahí, pues, está el asunto, y de ello habrá que ocuparse mucho más en el futuro próximo… nosotros, claro, pero más él mismo.

ASTERISCOS

* “No, a Andrés Manuel López Obrador no lo conozco… he oído hablar de él y lo que he oído no me gusta tanto, sostuvo Lech Walesa, premio Nobel de la Paz 1983, para luego, sin perder la sonrisa, advertir que no diría más porque cuando algo así hizo con Hugo Chávez, “él ya no me permitió volver a entrar a Venezuela… y yo sí quiero volver a México”. ¡Vaya ironía del polaco!

* Los escándalos de corrupción o conflicto de interés parecen no acabar. Uno que está por sumarse a la lista es el de Jorge Alcocer, coordinador de asesores en Gobernación, quien en 2017 y 2018 obtuvo contratos por más de 10 millones de pesos (http://compranet.hacienda.gob.mex), vía adjudicaciones directas, para su empresa, Nuevo Horizonte Editores, S.A de C.V.

* Contrarios a que la nefasta Coordinadora Nacional de (vándalos) Trabajadores de la Educación (CNTE) dicte la política educativa, gobernadores panistas advirtieron que impedirán que se entreguen plazas a egresados de normales en forma automática y, menos, con cargo al erario de sus estados, pues, dicen, el gobierno federal “¡ni siquiera tendrá presupuesto para hacerlo!”.

Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.Información Excelsior.com.mx

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