Por Ángel Verdugo
Si revisáremos la situación que enfrentan varios países en los tiempos que corren, una pregunta que surgiría de inmediato sería esta: ¿Cuánto aguantará éste o aquel país, de seguir haciendo lo hecho a la fecha desde hace no pocos años? Luego vendría una más, complemento de aquélla: ¿Podría aguantar por siempre, sin crisis económicas y/o políticas, cometiendo una y otra vez los mismos errores? ¿Qué respuesta les daría usted a ambas?
Imagine usted ahora esta escena: Estamos usted y yo en Moscú, allá por el año 1985, compartiendo un buen vodka y de repente, usted pregunta: ¿Durará por siempre este país, dados los errores que una y otra vez han cometido estos últimos 35 o 40 años? Ya entrados en copas, vuelve a preguntar: ¿Acaso no se dan cuenta del daño que la evidente y profunda corrupción causa a las bases del Estado, y el peligro que representa para la estabilidad política y la viabilidad de la Unión Soviética?
Con la siguiente botella y alguna dosis respetable de caviar, del bueno, yo le pregunto: ¿Acaso piensan que, con el ejército y sus fuerzas armadas, podrán detener la debacle que se ve inevitablemente venir?
Ahora trasladémonos a Berlín Oriental y, guardadas las debidas proporciones y diferencias de toda índole entre la URSS y la República Democrática Alemana, hacemos preguntas más o menos similares, pero con el mismo fundamento: Los errores más que evidentes de la gobernación los cuales, se han estado cometiendo prácticamente desde la creación misma de la RDA.
Hoy, ambos países se han extinguido; la URSS se dividió en varios países, y Alemania Democrática terminó unificada a Alemania Federal.
Si bien no es correcto hacer comparaciones mecánicas y extraer conclusiones jaladas de los pelos para otros países de lo sucedido en aquellos dos, hay algo que debemos preguntar, no porque pensemos que la suerte de éste o aquel país sería la misma corrida por aquellos dos, sino por las consecuencias —de haberlas—, cuando se repiten una y otra vez durante años o decenios, los mismos errores y las mismas conductas que debilitan las instituciones.
En consecuencia, preguntaría: ¿Puede un país de manera indefinida —es decir, por siempre—, aplicar políticas públicas erróneas, mantener e incluso estimular una profunda y extendida corrupción tanto en el sector público como en el ámbito privado, y al mismo tiempo pensar y actuar como si jamás fuere a enfrentar una crisis tan profunda, que su viabilidad podría estar en riesgo?
Pienso, al escribir lo anterior, para no salir de América Latina, en Venezuela y México.
Ante lo que padecen los venezolanos desde hace un buen tiempo y dada la crítica situación de meses recientes, ¿piensa usted que Maduro podrá mantener por siempre la gobernación que ha llevado a cabo desde que tomó posesión? ¿Aguantarán los venezolanos la situación de hambruna y de caos actual, por tiempo indefinido?
Vayamos ahora a lo nuestro. ¿Acaso piensa usted que México aguantará por siempre políticas públicas erróneas, diseñadas para un país que hace decenios ya no existe? ¿Es dable esperar una modernización cuando, tanto la clase política y un buen porcentaje de quienes se dicen empresarios, mantienen su mente anclada —en el mejor de los casos— allá por los años 70 del siglo pasado? ¿Y qué me dice de la corrupción? ¿La soportaremos por siempre?
¿Cómo ve? ¿Aguantará México por siempre, de seguir nosotros haciendo lo que hemos venido haciendo desde hace 50 años?
Información Excelsior.com.mx
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