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Por Ángel Verdugo
De tiempo en tiempo, algunos analistas cuyo tema principal de trabajo (o casi único) son los asuntos locales que poco dependen de lo externo, vuelcan su mirada a este último espacio. Buscan el viaje de placer a lugares que les permitirían, por sus características —como solemos decir coloquialmente—, agarrar ondas.
Al regreso de esos viajes de doble propósito hacen el recuento de las experiencias vividas y buscan, siempre que fuere posible, determinar qué es lo que podría ser aplicado en nuestro país, tomando en cuenta, evidentemente, las diferencias en tiempo y lugar de aquellos países con el nuestro.
Lo anterior, que no es nuevo para usted, vale la pena plantearlo en los tiempos que corren, no únicamente por estar próximo el comienzo de un nuevo año, sino también, obviamente, porque recién ha entrado en funciones un nuevo gobierno.
Dados pues estos dos factores, afortunados dirían algunos, le planteo la pregunta del título. Para intentar responderla, hagamos un viaje hipotético que nos llevaría a estos países: Argentina, Brasil y Chile, en América Latina; Dejaremos para otra ocasión un viaje al Reino Unido, Francia, España y Alemania, en Europa, y más adelante, uno por Asia para visitar la República Popular China, la República de Corea (Corea del Sur) y Singapur.
Viajemos primero, si no le molesta, a los países de nuestra región: Argentina, Brasil y Chile. ¿Qué temas piensa usted discuten hoy en Argentina? ¿Las dificultades económicas y las estrategias que busca poner en práctica el presidente Macri para tratar de retomar la senda de la sensatez económica y salir, poco a poco, del desastre que dejaron los esposos Kirchner? ¿O el resultado de la final de algo entre los dos equipos argentinos más populares de futbol?
¿Y en Brasil? ¿Será el tema casi único, la llegada de Jair Bolsonaro a la Presidencia de ese país, y el tipo de gobernación que llevará a cabo? ¿Podría ser la situación que enfrenta Luiz Inácio da Silva y la pena que deberá cumplir en prisión? ¿Y por qué no podría ser el caso Odebrecht lo más discutido? ¿Se sorprendería, usted, si le dijeren, que su gran preocupación no es otra que el próximo Carnaval de Río?
¿Y en Chile? ¿Cuáles podrían ser los temas que discuten en estos tiempos turbulentos? ¿El precio del cobre y cómo elevar la productividad en no pocas áreas de su economía, volcadas, todas ellas, al exterior?
Ante aquella pregunta —la segunda al principio de este párrafo—, un buen amigo —gran conocedor de ese país y de México— respondió así: “En Chile, la verdad sea dicha, se discute poco y se trabaja mucho; de ahí su progreso en todos aspectos”.
¿Y en México hoy? ¿Qué temas nos ocupan? ¿Qué diría, usted, al respecto? ¿Acaso estamos enfrascados en una discusión con miras a saber, con la mayor precisión, qué es la Cuarta Transformación? Sin embargo, ¿qué diría, usted, si alguien le dijere que el tema que más interés y pasión concita es la victoria del América, y los gestos, dignos de un enfermo mental violento, que identifican al entrenador de ese equipo?
Termino este viaje con uno real no hipotético; ¿sabe qué nos respondió el que sí viajó a los tres países al ser interrogado acerca de lo visto y escuchado ahí? Que no sabría qué es lo que podríamos aplicar de lo visto y escuchado, pero sí, qué es lo que jamás podríamos poner en práctica: “Eso de discutir poco y trabajar mucho”.
Varias botellas después de Don Melchor y Manso de Velasco, debimos aceptar que tiene razón; eso es lo nuestro. Información Excelsior.com.mx