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¿Cómo serían las relaciones con el mundo, de ganar López?

Por Ángel Verdugo

Durante la celebración del aniversario número cien de la American Chamber of Commerce, los cuatro candidatos que conoce: Anaya, Meade, López y Zavala participaron en dicha celebración donde, en un ejercicio interesante, no por las preguntas sino por las respuestas que dieron, López dio una que hizo reír a los presentes.

La entrevistadora, Adriana Pérez Cañedo, en relación con la decisión de López de vender el avión presidencial le preguntó, qué sucedería si el vuelo comercial en el cual se trasladaría a Nueva York a la Asamblea General de la ONU, se retrasare. La respuesta fue un simple ¡pues no llegué!

Esta respuesta, al repetirle la pregunta, fue expresada otra vez por López; el público, ante lo sorprendente de la misma, no encontró otra salida más que las risas. Sin embargo, ¿es de dar risa o como algunos piensan, debería más bien preocuparnos?

La respuesta arriba mencionada no es, ni de lejos, inocua, sin consecuencia alguna. Evidencian las tres palabras, una visión de las relaciones de México con el mundo jamás vista en nuestra historia contemporánea; lo peor de esa visión, es la imposibilidad de concretarla. Además, detalle no menor, es digna de un desequilibrado cuyo nivel de insania lo inhabilitaría para gobernar un país de las dimensiones y compromisos, y responsabilidades del nuestro.

Las relaciones entre Estados, gobiernos y gobernantes son resultado de un proceso el cual, para no irnos muy lejos en el tiempo, podríamos afirmar que cobraron visos de normalidad allá por los principios del siglo XIX. A medida que las economías crecieron —como resultado de los intercambios comerciales, los avances tecnológicos y las inversiones—, la necesidad de mantener relaciones entre Estados, gobiernos y gobernantes fue algo que nadie, a la fecha, se ha atrevido a cuestionar.

Sin embargo, de cuando en cuando surge por ahí uno que otro loquito que, ante sus limitaciones intelectuales, en vez de intentar superarlas prefiere encerrarse en sí mismo y hacerle así, al país que pretende gobernar, el peor de los daños, el que genera el aislamiento.

Esa respuesta, ¡pues no llegué!, dejaría ver más de lo que quien la dijo, quisiere evidenciar. La pobreza de planteamientos y la incapacidad para entender lo que son los compromisos internacionales de un país, deberían llevarnos a concluir lo nefasto que sería tener hoy, al frente del Estado mexicano y el gobierno, a alguien con una visión tan aldeana de las relaciones exteriores.

Más allá de la venta de las aeronaves y la cancelación de la construcción del NAICM, lo que deja ver la visión exhibida por López, es autarquía; es el rechazo a participar en la globalidad, debido principalmente, a la ignorancia de quien quiere gobernar México desde una fortaleza completamente aislada del resto del mundo.

La pregunta obligada no sería, como algunos pudieren pensar, si esa política de aislamiento es mala o buena para el país sino otra: ¿Es posible para México, en los tiempos que corren, aislarse del resto del mundo? La respuesta es obvia: ¡Es imposible!

¿Sería usted capaz de imaginar México, gobernado por un caciquillo de pueblo que presuma su rechazo a participar con los demás países para tratar de construir un mejor futuro para todos, tanto para los de aquí como para los de allá?

Mal de la cabeza debe estar quien se atreva siquiera a plantear, esa posibilidad. La pregunta entonces, sería esta: ¿Está mal de sus facultades mentales? ¿Quién? ¡Usted ya sabe quién!

Información Excelsior.com.mx

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