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De aspirante presidencial a vocero de Anaya

Por Francisco Garfias

Miguel Mancera dejó la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en un ambiente de indiferencia casi generalizada. Se fue discretamente a esperar un escaño plurinominal en la Cámara alta.

Pocos comentaron su salida. Nadie lo lamentó. Tampoco hubo protestas ni ruido ni celebraciones.

Si nada extraordinario sucede, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México podría nombrar este jueves a su sustituto: José Ramón Amieva, secretario general de Gobierno.

Lo verdaderamente curioso es que a Amieva se le identifica como incondicional de un exjefe de Gobierno que se ve más cerca de AMLO que de Alejandra BarralesAlejandro Encinas, de quien fue coordinador general jurídico.

Los medios apenas hablaron de la salida de Mancera, a pesar de que ocupa el segundo cargo político en importancia a nivel nacional. Insólito, ¿no?

El doctor Mancera abandonó el cargo lejos, muy lejos de la popularidad que alcanzó al inicio de su gestión. Siete de cada 10 capitalinos lo aprobaban en el 2012.

La cifra se invirtió cuando se fue. “Es el jefe de Gobierno peor evaluado de la historia”, dijo ayer el senador Mario Delgado, del bloque Morena-PT, marcelista declarado.

En un lapso corto, Mancera se transformó de un entusiasmado aspirante a la Presidencia de la República a  vocero de la campaña del candidato presidencial de ese híbrido llamado Frente.

“Vamos con Anaya”, se escucha decir, con desgano, al futuro senador de lista y aspirante a la Fiscalía General, en el más reciente spot de Ricardo Anaya.

En ese promocional aparece junto al Jefe DiegoLuis Donaldo Colosio hijo, Rebeca ClouthierXóchitl GálvezMiguel Ángel YunesSalomón Chertorivski. Pero es el único que no dice “Yo con Anaya”.

Mancera se fue casi solo. No deja muchos leales en las jefaturas delegacionales. Si acaso Amilcar Ganado, de la Álvaro Obregón. Tampoco tiene un grupo político fuerte al interior del PRD, partido que hace seis años lo llevó al Palacio del Ayuntamiento y al que nunca se afilió.

Alejandra Barrales, abanderada del Frente a la Jefatura de gobierno de la CDMX, otrora muy cercana a él, se vio obligada a pintar su raya. “No soy la candidata de la continuidad”, nos dijo alguna vez.

Mancera es raro. Al hombre que lo hundió políticamente, excolaborador de  Marcelo Ebrard, le sigue teniendo ley.

Antes de separarse de la Jefatura de Gobierno, el ahora exjefe de Gobierno le pidió a la candidata del Frente que sumara a su equipo a Héctor Serrano, a quien propios y extraños señalan como responsable de la debacle del doctor. En materia de corrupción, Mancera dejó hacer. Hay cuentas pendientes con los dineros para la reconstrucción de la Ciudad de México.

Para ponerlo en palabras del ya citado Mario Delgado:

Mancera “permitió que se desviaran en la Asamblea Legislativa, con tres diputados del Frente, del PRD y del PAN, por lo menos, está documentado, 696 millones de pesos. Para proteger esos desvíos reservaron durante tres años esa información”.

  •  La inseguridad es uno de los peores déficits que deja Mancera. Y no lo digo por ocurrencia. Cada quien habla de la feria según le va. Durante su gestión fui asaltado tres veces dentro del automóvil. Todas a mano armada. Una en Periférico y Viaducto, otra en la calle de Amealco, Roma Sur, y la última en Parque Lira, frente a la delegación Benito Juárez.

Nunca vi un video, pero recibí la promesa de que me los iba a “brindar”. No recuperé nada. Ni celulares ni relojes ni cartera.

Ni siquiera atraparon a los ladrones, a pesar de que en el último asalto se llevaron encendido el teléfono celular. Pudimos ubicarlo —calle y número—,  pero ni así.

Lo que sigue no lo digo yo. Son estadísticas citadas por Delgado: “En 2012 recibió la ciudad como uno de los lugares más seguros del país y nos la regresa con una ciudad llena de miedo, en donde aumentó 40% el homicidio y donde, según, incluso la DEA, operan por lo menos tres cárteles de la droga”.

  •  Otro tema que nos pone los pelos de punta es la movilidad. Estoy de acuerdo en que hay que desincentivar el uso del automóvil. La bronca es que el transporte público es notoriamente ineficiente.

En horas pico está absolutamente rebasado. La figura de las sardinas en lata no alcanza para describir las escenas que se ven.

Mancera no construyó ni un centímetro de Metro, pero, eso sí, puso macetas de ornato en carriles de Patriotismo, de 20 de Noviembre y en quién sabe cuántas otras calles.

La venta de automóviles se incrementa estrepitosamente, pero los espacios para circular se estrechan. La duración de los trayectos se duplica. La neurosis a todo lo que da.

¿Y qué decir de las inconstitucionales fotomultas? Una forma de allegarse  recursos, pero para los privados que tienen la concesión. Del agua y los baches mejor ni hablamos. Necesitaríamos otra columna.

Mancera, eso sí, le dio una patada al DF. Ahora somos la Ciudad de México. Respetó las libertades civiles legisladas en tiempos de Marcelo Ebrard. “Gay frendly”, señalan por allí.

A las 17 horas de hoy el Senado discutirá y, en su caso, aprobará en comisiones reformas al Código Fiscal, al Código Penal, a la Ley de Aduanas y a la Ley Sobre Delitos en Materia de Hidrocarburos, para combatir el huachicol.

Lo nuevo es la intervención del SAT. La instalación de una especie de software que va a cuantificar volúmenes exactos en toda la cadena: desde la importación o la producción hasta la venta final al consumidor. Nadie se va a escapar. El presidente de la Comisión de Hacienda, Manuel Cavazos Lerma, habla de pérdidas de 30 mil millones de pesos anuales por el robo de  gasolinas. Ha escuchado expertos que dicen que en un cuatrienio éstas se han elevado a 150 mil millones de pesos. Información Excelsior.com.mx

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