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¿Qué explicaría lo inexplicable?

Por Ángel Verdugo

De entrada, lo confieso sin la menor reticencia, acepto que no he logrado entender por qué nuestro Presidente dice lo que dice, actúa como actúa y toma decisiones carentes de toda racionalidad técnica, económica y financiera. ¿Usted, sí ha logrado entender qué quiere lograr? De ser positiva su respuesta, ¿podría explicárnoslo?

Pienso que hoy, nada me gustaría más que estar completamente equivocado; sin embargo, estoy convencido de que son muy pocos los que en verdad entienden y saben, qué busca lograr nuestro Presidente con la gobernación que lleva a cabo. Es más, me atrevería a afirmar que ni los mismos integrantes de su gabinete y el círculo más cercano tienen claro, qué pretende el Presidente.

Ante esta ignorancia han optado por el silencio cómplice que no compromete y sí, por el contrario, garantiza permanecer en una elevada posición con todos los privilegios que conlleva. A cambio de esta abierta y ofensiva complicidad, la economía cada día está peor y se lleva entre las patas la salud de las finanzas públicas la cual, ya era débil antes del 1 de diciembre del año 2018.

Cuando un gobierno y el que lo encabeza no saben qué quieren concretar —y menos cómo lograrlo—, se ven imposibilitados para definir de manera correcta las prioridades de su gobernación. Toda gobernación se expresa y concreta en dos elementos: el Presupuesto de Egresos y un conjunto de prioridades; sin embargo, el uno sin las otras es despilfarro, y las otras sin recursos, demagogia barata.

Hoy, ante eso estamos; ni se tienen los recursos necesarios para tanta ocurrencia, y tampoco están bien y correctamente definidas las prioridades. Este binomio desafortunado explicaría, en buena parte, los bandazos, desatinos y ocurrencias carentes de toda lógica; dicho de otra manera, ni el Presupuesto responde a las exigencias de la economía y la realidad estructural del país, ni la visión ni las decisiones van en la dirección adecuada que llevaría a definir y concretar prioridades correctas.

Doy enseguida un ejemplo que, indubitablemente, ilustraría a la perfección lo planteado en párrafos anteriores; hoy lunes, el Presidente emprende una gira de dos semanas que lo llevará a nueve estados de la República. Dos semanas hábiles estará fuera de sus oficinas llevando a cabo, lo ya inocultable: su única prioridad son los actos que, lejos de ser de gobierno son, el simple y ofensivo e ilegal proselitismo electorero.

Dadas la tragedia económica que enfrentamos y la carencia ya peligrosa de recursos, ¿es comprensible y aceptable que el gobernante deje su oficina para irse a promover su figura y, no tan encubiertamente, también a su partido con la vista puesta en la elección intermedia del año próximo?

¿Quién en su sano juicio podría entender y aceptar, que esos objetivos sean los de un gobierno que llevará la economía a caer este año, 10%? ¿Quién con dos dedos de frente podría calificar como prioridades de gobierno esas actividades, propias de un candidato en campaña mas no de un jefe de Estado de un país, cuya economía ha perdido casi millón y medio de empleos formales desde noviembre del año 2019?

Es más, ¿es lógico y sensato que el gobernante del país que ha perdido en ese mismo periodo varios millones de empleos informales, deje dos semanas la oficina para irse a realizar proselitismo electoral? ¿Qué dice a esto la secretaria de Economía y el sedicente secretario de Hacienda? ¿Nada? Así es, ¡nada!

Frente a eso que agrava lo ya grave, ¿cómo esperar una definición de prioridades las cuales responderían, cuando menos, correcta y oportunamente a los efectos de la recesión que enfrentamos? ¿Cómo aceptar y entender aquello de “ya empezó la recuperación”? ¿Cómo entender la contradicción entre las palabras del gobernante y las del subsecretario de Hacienda que afirma, que la recuperación tomará uno o dos años, por lo menos?

Y a todo esto, ¿qué dicen los legisladores de Morena y los de sus partidos aliados? ¿Acaso su mutismo deja ver complicidad y/o aprobación por el “rumbo correcto” del gobierno? O, como no pocos afirman, ¿estamos ante un silencio producto del pánico a contradecir a quien no acepta diferendo alguno, por pequeño que éste fuere?

Y usted, ¿es de los que callan por estar convencido de que vamos muy bien, o por conveniencia y oportunismo? ¿O calla por el temor a ser calificado enemigo de la 4T? Y el país y el mejor futuro para todos, ¿que se jodan?. Información Excelsior.com.mx

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