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¿Qué le parecen nuestros candidatos y sus campañas?

Por Ángel Verdugo

Es ya un lugar común –al que yo recurro de cuando en cuando–, afirmar que la economía mexicana es la número 14 o 15 del mundo, y que somos el país número 11 en cuanto al tamaño de su población. Me quedo con estos dos datos para tratar de mostrar lo que comentaré enseguida.

Si somos una economía importante y un país de esa dimensión en cuanto a su población, ¿por qué no somos capaces de realizar campañas decentes? Éste último adjetivo lo uso en el sentido de alcanzar cierto nivel de calidad de aquéllas acorde, cuando menos, a la importancia de nuestro país.

¿A qué se debe la bajísima calidad de nuestros candidatos? ¿Acaso los partidos que los postulan a los diferentes puestos de elección popular no buscan bien, y se conforman casi con el primero que va pasando? ¿No son capaces, los responsables en cada partido, de fijar parámetros tales, que aquél que los iguale o rebase sería, cuando menos, un candidato regular?

¿Acaso los partidos con registro están enfrascados en una carrera que busca seleccionar los peores candidatos, no los mejores? ¿Es válido aceptar acríticamente, a cientos de bestias peludas que no saben ni siquiera expresar una idea de manera clara y coherente?

¿Cómo aceptar que entre casi 90 millones no hayan encontrado unos cuantos miles de ciudadanos más calificados, que los que hoy vemos decir barbaridad y me-
dia? ¿Cuáles son entonces los criterios de selección aplicados, que dieron por resultado una oferta de pésima calidad en casi todos los aspectos?

Por otra parte, ¿quiénes son los expertos que producen esos horrendos spots? ¿Quiénes redactan el texto que éste o aquél candidato recita de manera monótona, sin la menor emoción, con un lenguaje corporal que, en vez de transmitir seguridad, firmeza y una férrea voluntad, apenas alcanza a verse timorato y medroso?

¿Es a propósito esta selección de los peores, de los más tontos y más limitados, con el único objetivo de desprestigiar más a la ya desprestigiada política? ¿Cómo es posible ver a un individuo como Rodríguez, aspirar a la Presidencia de la República? ¿Y qué decir, con el debido respeto, a una señora limitada en muchos aspectos asegurar sin el menor sustento que ganará la elección?

¿Por qué hemos llevado a nuestra imperfecta e incipiente democracia a esos niveles tan bajos? ¿Qué explica la euforia que despierta entre una buena parte de los ciudadanos, un personaje que parece sacado de una novela de terror como López?

¿A que se debe pues, nuestra incapacidad más que evidente para seleccionar a personajes carentes de lo más elemental de un buen candidato? Sin duda, Meade es una persona decente, como suele repetir una y otra vez; sin embargo, ¿es entendible que alguien que presume de una honradez acrisolada, se rodee de quienes podrían ser calificados como órdenes de aprehensión no ejecutadas, cuyo nivel de enriquecimiento ofensivo al amparo de posiciones de poder y en la total y descarada impunidad, es más que evidente?

¿Qué es lo que nos ha llevado a este punto donde, los candidatos parecen haber sido seleccionado por ser los peores, y las campañas parecen diseñadas por algún carpintero?

¿De qué nos sirve ser la economía tal y tal, y ser actores importantes en el comercio internacional y participantes destacados en la globalidad, si algo tan sencillo como seleccionar a buenos candidatos y desarrollar campañas políticas decentes en términos de su calidad, no somos capaces de hacerlo?

¿Tiene usted alguna idea al respecto?

Información Excelsior.com.mx

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